12.21.2012

Miyajima, Mt. Misen

El Monte Misen se convirtió en una ruta ascética, tras ser escalado por un sacerdote en el 809.

Tras atravesar los maravillosos colores del Otoño bajo una lluvia que nos pilló a mitad de subida (cuando no había paraguas, ni ganabas mucho de tirar para atrás) conseguimos alcanzar la cima. Algo que siempre es reconfortante, especialmente cuando es posible encontrar café caliente y el único baño en todo el camino. Pero en realidad...

La magia real apareció al despejarse las nubes. Por primera vez en nuestras vidas… Contemplamos un ARCOIRIS COMPLETO, de lado a lado del horizonte. Metáfora, no? Por negras que se pongan las cosas, es cuestión de aguantar lo suficiente, algo maravilloso está siempre por llegar.

Este post va especialmente dedicado a mi mamá. Que como yo, detecta colores en lugar de objetos. Algo que le lleva a adorar las hojas del otoño, casi tanto como admira a los montañeros. No creo que llegue a escalar el Everest, pero a mi manera, soy una exploradora sin igual.

Mi reto es otro. Romper las barreras socioculturales, los estereotipos, la desigualdad, porque no hay raza, sexo, orientación que supere a otra. El valor reside… En la diversidad.


Arce japonés, bien rojo.







Unas carpas bajo hojas de arce.





La paz del camino por el que pocos turistas se llegan a aventurar.





No es nada escarpado… Son los japoneses, que tienden a ser un poco vagos.





Vistas desde la cima… Negro, negro.



Monumento al monje Kōbō Daishi.



No es recuerdan a los de Formentera?

Happy!! On the top :D

Ciervo que nos da la bienvenida a sus altitudes.



Estremecedoras rocas en la cumbre.

El arcoiris, para que nunca dejemos de soñar… Pues todo, puede hacerse realidad.

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