Around the world with Diet Cola.
Cuando viajas en Air China no te haces la mínima idea de lo complicado que resultará pedir una cola light en China, el país donde la recepcionista de tu hotel no habla inglés tan apenas y la camarera del aeropuerto no pilla tu puntualización respecto a la lata... Hasta que se la señalas:
- Ahhhh... Chié Cola!
Cuando viajas en Air China sólo piensas en salir del agujero en el que llevas sumida casi 10h, en empezar a explorar ese mundo que se abre ante tí. Sin música - por sincronizar el iPhone a última hora, sin memoria en la cámara, sin haber dormido, sin entender nada, sacas la tarjeta con la dirección del hotel en mandarín y rellenas la tarjeta de llegada al país. Genial. Tu temperatura no es lo suficientemente alta como para hacer saltar las alarmas antiVirus del aeropuerto. 3 min de tren te separan del taxi, del hotel, del comienzo de un viaje alucinante en el que el turismo se alterna con el trabajo y la convivencia internacional, del que volverás más renovada e impactada de lo que imaginabas, encajonada en el 47L.
Brillaba el sol, así que emprendí el rumbo al centro, aprovechando los escasos 3km entre el China People's Palace y el centro de la ciudad.
8 carriles por sentido. Miles de coches y bicis. Ni un paso de cebra, sólo escaleras que conducen a los puntos que permiten atravesarlas, por encima (o por debajo). Más bicis - ya tenía razón mamá, cuando me decía que hace 30 años... Sólo había bicis. Y mucho, mucho, mucho Chino. Pues en la hora que llevas caminando, no has visto a nadie con los ojos sin rasgar.
Los residuos comunistas (véase el atuendo, exacto al de los policías Rusos) conviviendo con lo que dejó la tormenta de polvo y se aprecian allá donde miras. En las calles enormes, en los edificios cuadrados, en la seriedad de los presentes. En el tío que evita a los listillos en la cola que se forma a la entrada de Tian'anmen - la plaza donde la historia se escribió con letras ensangrentadas hace escasamente 20 años. En la grandeza pasada que parece haber perdido el lustro. Palacios, silencio y comportamiento abejil.
Historia de la que puedes informarte poco durante tu estancia, gracias a la limitada información que consigue pasar a través de los filtros gubernamentales.
Supongo que nos creemos distintos, pero en el fondo, no lo somos tanto.
La ciudad prohibida - 720000m2 - es lo que queda del Palacio Imperial donde, durante 500 años, residió la Dinastía Ming y su corte, mientras que el resto... Tenían la entrada prohibida. Ni palacios, ni jardines imperiales para la mayoría - todavía se preguntará alguno de dónde les viene el ansia comunista.
Mi adios a Mao se convirtió en la continuación del día. Mi encounter me llevó al Temple Of Heaven, otra de las maravillas de la ciudad.
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