31.3.10

Thaw.

La nieve se funde, mi biorritmo se readapta al horario europeo y continúo adelante con la promesa que me hice a mí misma antes de partir a China: Trabajar menos y cuidarme más.

Superficialmente, quiero decir.

Mientras hacía la maleta me miré al espejo. Ese bigote de macario, esas piernas de oso, esas bushy eyebrows. Daba penica verme - con lo que yo he sido! - más descuidada que mi madre en sus tiempos pasotas. Aunque no haya excusa que justifique el dejarse de esa manera, supongo que el haberme pasado 15 días trabajando 10h al día es, al menos, una razón de peso.

Como he leído hoy en alguna parte: "People all over! Go pamper yourself!" Qué razón tenía. Disfrutad mientras podéis, trataos como Reyes y sentíos bien under your skin. Sea lo que sea lo que lo consiga.

Como los tacones de vértigo. Tacones con los que Leticia daba la bienvenida a los primeros rayos de sol. El vértigo que se convertía en su vuelta al mundo, su florecer post-invernal, tras un desafortunado esguince al caer tontamente escaleras abajo. Sonreía a la primavera. Planeaba esquiar. Recuperarse, a sí misma. Ayer volvía pronto del trabajo, para aprovechar una deliciosa tarde. Al ladito de casa, esperaba para girar. Cuando un conductor despistado vino y le dio por culo. Ahora descansa, magullada completamente, con un collarín incómodo, vértebras desplazadas, la baja y su coche, recién comprado, en el taller. La tía tiene más huevos de lo que cualquiera habría anticipado y hasta se lo toma con ironía para que los que vivimos lejos no nos preocupemos. Aún así, duele no poder estar ahí. En general, da que pensar... Como todas estas cosas. En lo idiotas que somos, por no ser capaces de sonreír tontamente. En lo que nos complicamos la vida, la cantidad de cosas de las que nos privamos... Cuando al final, lo que tenga que pasar pasará. Todo ocurre por un motivo. Lo entendamos o no.

Tengo ganas de verla. De aburrirla con historias de China y enseñarle mis últimas adquisiciones. De contarle como un día gris se convirtió en una gran tarde de shopping around Sant Eriksplan - última vez que me vuelvo andando sola desde Solna, que esa tienda ES UN PELIGRO sin Enrique:

- Un bolso poco práctico que me hará viajar con estilo en el asiento más cutre de Ryanair.

- La maravillosa bufanda que me había pasado el invierno acariciando, la maravillosa bufanda que era demasiado cara, la maravillosa bufanda que he conseguido al 50% en la tienda que vende los restos de temporadas pasadas.


- Ése minishort. Something special, pues pertenece a la edición limitada para Acne Archives - el nombre cool que le ponen a las cosas pasadas.

- Y por último, la T floreada del Ginas con la que decir Hej Våren! tan pronto como aterrice en España, tan pronto como el sol, vuelva a brillar en mi cara.

Divertida la historia del bolso, por cierto. Tengo debilidad por las cosas de material bueno. Me gustan demasiado. La seda, el mohair, el ante. Me pirrian. Ahí estaba el bolso de viaje, con medidas justas como para funcionar de equipaje de mano, como dejado de la mano de Dios, algo arañado en el bajo. Regateo, súplicas y una rebaja que se incrementa consistentemente :D Un bolso perfecto con el que regresar al pasado por un finde. Cuando tenía amigos cerca, cuando salíamos, nos arreglábamos y odiábamos al mundo, sin darnos cuenta de lo maravilloso que era. Igual que ahora, verdad?

Pues no. Esta primavera la pienso quemar. Con Barbie, con David, con Lisa, con quien quiera unirse. Siempre hay gente con la que ser feliz, igual que cosas con las que divertirse a -20C, todo es cuestión de actitud, de mantener los ojos abiertos y de centrarse en verlas.
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30.3.10

Beihai Park


Ironías las justas.

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29.3.10

The Great Wall.

Los días transcurren muy deprisa cuando exploras en solitario. Así entre jetLag, compras, paisajes inolvidables, aislamiento & cool hangouts, se pasó volando mi primer finde en China.

Sabiendo que la semana comenzaría con una cena hosted by China Mobile en la que la empresa anfitriona nos daría la bienvenida al país, sabiendo que el martes empezaban los meetings a todo gas, me quedaba bastante poquito para ver la atracción más mítica de la ciudad: La Gran Muralla.

Había leído en la guía que los autobuses salían entre las 7:30-11:30, cuando se llenaban. Así que, constatando que Marzo no es un mes demasiado turístico y que mi oportunidad de verla caía en Martes, madrugué bastante y con todo mi destemple me planté allá donde la guía indicaba tourist bus station.


Ni un cartel, ni un quiosquillo, ni una parada, NO-THING. Sólo gente que al verte aparecer, se abalanza sobre tí, preguntando agresivamente si quieres ir a Badaling. Asustan, sobre todo habiendo leído acerca de los scams típicos. En los que te ofrecen llevarte por muy poco dinero y terminas perdiendo mil horas, de tienda en tienda. Los ignoré y usé las escalerillas para llegar al otro lado, donde los autobuses recogían algunos viajeros.

Me siguieron. Y al llegar al otro lado de la calle, me dí cuenta de que realmente, conocían a los que llevaban la movida de los buses, así que no eran timadores del todo. Decidí preguntarles acerca de la hora de regreso, que resultó ser las 18:30.

{Way too late for me}

Tenía que revisar mil documentos y la cena, empezaba a las 19:30. Luego la alternativa obvia era el taxi que, por 300 yuanes (unos 30€) me ofrecía el tour que quería. Así que acepté y empecé a caminar junto al tío. Muerta de frío y sueño, sin haber dado las 9AM, me doy cuenta de que no es un taxi oficial... Sino pirata. Recuerdo el robo en Bangkok, empiezo a hacerme popó, me paro a preguntar a un taxista oficial por su precio hasta Badaling y me contesta con un:

O_o ...Al rato me enteraría de que quiere decir 6 o, en este caso, 600.

El taxista pirata y sus 300 amigos se dan la vuelta, vienen como un obús a estrellarse contra el taxista oficial, que los mira con miedo. Piensan que ha sido él el que ha intentado robar un cliente y le berrean sin clemencia. Con lo que ahí estoy, plantada en medio de la calle, helada de frío y muerta de sueño, sopesando si el muro merece la pena o si sería mejor olvidarme... Y regresar entre mis calentitas sábanas del hotel.

Pero no planeo volver a Beijing pronto, así que, mejor echar para alante. Con el pirata. Me da igual todo! Con tal de ver el muro, de completar mi tour y tachar algo más en la guía... Whatever.

El hombre muy majo - aunque sin hablar ni papa de inglés - me deja en el muro, con su teléfono y su matrícula anotados, por si no lo consigo encontrar en el parking, donde hemos acordado reunirnos, un par de horas más tarde.









Una hora de subir, una hora de bajar. Jadeos, calor, dolor. Vistas increíbles, aglomeración que se reduce a medida que asciendes, baños apestosos en la cumbre y turistas, pretty much everywhere. Una experiencia genial, mucho más impactante de lo que esperaba.




Llego al parking y el hombrecillo agita el brazo en el aire. Arrancamos, empiezo a caer rendida y la pesadilla comienza:

- Por qué va por una carretera secundaria en lugar de volver a tomar la autopista por la que hemos venido hasta Badaling?

- Por qué atravesamos pueblos, campos, almacenes donde nos rodean carros y carretas, donde los campesinos acarrean alfalfa en bicis destartaladas?

- Por qué se para el coche en medio de la nada, junto a este restaurante/casaPutas/salónDeTé/sabeDiosQué?

El hombre se vuelve y repite:
- 2min, 2min.
- No no no no no, hotel, hotel, hotel - le digo mientras señalo la dirección escrita en chino en mi tarjeta.

La conversación se mantiene así hasta que, viendo que no vamos a ninguna parte, decido asentir, para acabar con esto cuanto antes. Me dispongo a salir del vehículo, pero él es más rápido. Se baja. Me deja encerrada O_o

Ahí PETO. Empiezo a mandarle SMS a Enrique como una loca. La matrícula del coche, el nombre del tío, el nombre de mi hotel, lo que sea. Si no le he contestado en un rato es que algo malo, algo MUY malo ha pasado. Si es que... Ya sabía yo que no debía ir en taxis piratas.

El corazón me golpea en las sienes. Hasta que le veo aparecer. Sonriente, con un tirachinas y bolitas de metal?!?! Sin sentido.

Arrancamos. Canturrea. Conduce. Dos horas más tarde retorno al entorno tropical del China People's Palace. Dando gracias a quien sea, me planteo qué coño tiene que pasarme para que deje de ser TAN kamikaze? Se supone que andaba acojonada desde el robo Thai. Pues mira la que lío a primeras de cambio.

En fin, muchas fotos que compartir y muchos documentos por leer. El día termina con la anécdota animando nuestra primera cena oficial. Aunque no tanto como la cara de Ewan - vegetariano - al enterarse de que el Sea Cucumber no es precisamente un vegetal.

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28.3.10

The Bell Tower

Ring the bell three times, you will be safe all the year.


Nunca estuve particularmente interesada en China.

En la distancia ignorante de Zaragoza, me resultaba demasiado grande, demasiado poco desarrollada. Únicamente generando ropa sintética, knock-offs y restaurantes de segunda que inundaban la ciudad - no me culpéis, pero el pasarme una noche vomitando y levantarme con puntos por la cara, tras una visita al chino del barrio, me marcó. Un país que carecía del toque cool de Japón o los caracteres estilizados de Korea.

Al mudarme aquí conocí a muchos Chinos, con los que me tocó compartir tareas Universitarias. El concepto fue de mal en peor. Incapaces de reconocer las cosas que no habían comprendido, se limitaban a sonreir, asentir y copiar lo que habías hecho - en lugar de contribuir con su parte - empleando miles de horas pero sin conseguir ninguno resultado de provecho. Dramático pero cierto. El comunismo te golpeaba en la cara, con una cultura que teme hablar por sí misma, que se ve atacada por las miradas directas y que ha aprendido a obedecer sin rechistar. La censura y el miedo sólo conducen a una falta de criticismo que puede ser muy peligrosa.

Pero también me crucé con otros. Otros de los que aprendí mucho. Como Pakwing, que un día, nos dejó a todos boquiabiertos, por no caer en Quién era Da Vinci?

"Sacrilegio..." - pensé súbitamente

"...EL MÍO!" - terminó siendo el juicio final.

Sorprenderse de la ignorancia ajena es tan estúpido como creerse el ombligo del mundo. La cultura Europea es muy interesante, pero carece de la complejidad y extensión de la que goza la asiática: Podía mencionar yo a un sólo artista Chino? Sabía algo de su historia? Not really...

Así me llegó la primera cura de realidad. Aprendí a respetar a los chinos.

Años después, allá por 2007, me dirigía a casa por Navidad. La portada del Economist fue la que me golpeó en la cara. No mercy. El dragón dispuesto a engullir al antiguo continente.


Les temía. Les temo. Están entre nosotros. Aun así, hay demasiados que cometen el error de menospreciarlos... Inocentes. Son más inteligentes de lo que muchos creen, más organizados, más trabajadores. Están acostumbrados a la dureza, dispuestos a hacer lo que sea por conseguir su parte del pastel. Huawei, Geely... Todas esas compañías que en silencio, pasan a controlar lo que era nuestro. Son ejemplos de cómo es la sociedad.

La gente trabaja hasta altas horas de la noche. Regatean, construyen, cocinan, lo que sea. Aprecian lo bueno, la autencidad - me dejaron bastante patidifusa con afirmaciones como "ése bolso es auténtico, como tus gafas, verdad?"; "... entonces no regatees, que puedes pagar de sobras". Conocen su Mah Jong, saben con quién se la juegan en cada momento. Tienen toda la paciencia del mundo e invertirán todo el tiempo necesario hasta que te hartes de esperar y aceptes sus condiciones, con tal de cerrar el trato.


Me timaban hasta en la frutería, haciéndome pagar las Fuji a precio de 7/11 sueco. Y yo salía sonriente, hasta que era demasiado tarde.


Por limitada que ande la natalidad/hogar, siguen siendo mucha gente. Beijing tiene el doble de habitantes que Suecia - y casi la mitad que España. Asusta. Cuando coges un taxi hasta La Gran Muralla y los polígonos industriales/tiendas/restaurantes parecen no tener fin. Letreros ininteligibles que se suceden, mientras te sientes más y más pequeño, más y más indefenso. Se nos van a comer con patatas. Como me decía Evan - raised in L.A: En 30 años, todos hablaremos Mandarín.


A veces pienso que no hay riqueza suficiente en el mundo para todos y que, el hecho de que su lado de la balanza suba, desplaza el nuestro, inevitablemente, hacia abajo. Sin embargo, el apunte optimista de Evan me hizo reconsiderar mi postura. Ojalá tenga razón y no sólo estén equilibrando la balanza, sino que además la desplazan hacia arriba on the overall. El mundo sería más justo si todos tuviéramos acceso a lo mismo.

Por desgracia, el problema medioambiental sigue palpitando en mis sienes y ése, no hay optimismo objetivo con el que mirarlo. Tres días en Beijing bastan para provocarte una tos muy extraña, que no viene de ningún virus, sino de la polución polvorienta del aire. Nadie puede beber agua del grifo sin hervirla antes - de ahí que los Chinos beban agua caliente -muchos pasean con mascarilla con buenas razones para ello:

- De qué sirve todo nuestro esfuerzo?

Desperante pero cierto. Hagamos un simple ejercicio.

Un país, como Suecia, donde todos reciclan, cogen el transporte público, ponen baja la calefacción, ahorran agua y prescinden del coche, por razones medioambientales. Donde la gente compra orgánico y el ser vegetariano es aplaudido y respetado hasta en la cantina más cutre de Kista.

Una ciudad, como Beijing, que duplica al pequeño país eco. Donde todos conducen coches, la gasolina sale regalada, la calefacción sume a los edificios en un clima tropical, la basura se acumula en las calles tanto como el nylon en los mercados. Fábricas que producen descontroladamente, con trabajadores a jornada doble. Infraestructuras para la exportación de tal envergadura que permiten a tiendas cutres - como la tienda de gadgets a la que alguien anda enganchado - enviar gratuitamente a través del Pacífico. Cualquier envío, aunque sea menor de 1€, llega a tu buzón sin recargo alguno.

No seré el jinete del apocalipsis, pero creo que no me falta razón al dudar de la efectividad de nuestras acciones. Como el Dem Collective, deberíamos unir nuestra fuerza como consumidores e invertir en menos decisiones algo más conscientes. Pensar en el precio de esas cinco camisetas tan tiradas de precio y quizás optar por una, algo más cara, de procedencia más segura. No sé si hay solución, no sé si es ésta la adecuada. Pero dos viajes a Asia tan seguidos me han dejado marcada.

Vivimos en la ilusión del poder occidental. En realidad, estamos en sus manos.
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28.3.10

One week ago: A walk around Beijing

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27.3.10

The Forbidden City

Around the world with Diet Cola.

Cuando viajas en Air China no te haces la mínima idea de lo complicado que resultará pedir una cola light en China, el país donde la recepcionista de tu hotel no habla inglés tan apenas y la camarera del aeropuerto no pilla tu puntualización respecto a la lata... Hasta que se la señalas:

- Ahhhh... Chié Cola!

Cuando viajas en Air China sólo piensas en salir del agujero en el que llevas sumida casi 10h, en empezar a explorar ese mundo que se abre ante tí. Sin música - por sincronizar el iPhone a última hora, sin memoria en la cámara, sin haber dormido, sin entender nada, sacas la tarjeta con la dirección del hotel en mandarín y rellenas la tarjeta de llegada al país. Genial. Tu temperatura no es lo suficientemente alta como para hacer saltar las alarmas antiVirus del aeropuerto. 3 min de tren te separan del taxi, del hotel, del comienzo de un viaje alucinante en el que el turismo se alterna con el trabajo y la convivencia internacional, del que volverás más renovada e impactada de lo que imaginabas, encajonada en el 47L.

Brillaba el sol, así que emprendí el rumbo al centro, aprovechando los escasos 3km entre el China People's Palace y el centro de la ciudad.



8 carriles por sentido. Miles de coches y bicis. Ni un paso de cebra, sólo escaleras que conducen a los puntos que permiten atravesarlas, por encima (o por debajo). Más bicis - ya tenía razón mamá, cuando me decía que hace 30 años... Sólo había bicis. Y mucho, mucho, mucho Chino. Pues en la hora que llevas caminando, no has visto a nadie con los ojos sin rasgar.



Los residuos comunistas (véase el atuendo, exacto al de los policías Rusos) conviviendo con lo que dejó la tormenta de polvo y se aprecian allá donde miras. En las calles enormes, en los edificios cuadrados, en la seriedad de los presentes. En el tío que evita a los listillos en la cola que se forma a la entrada de Tian'anmen - la plaza donde la historia se escribió con letras ensangrentadas hace escasamente 20 años. En la grandeza pasada que parece haber perdido el lustro. Palacios, silencio y comportamiento abejil.

Historia de la que puedes informarte poco durante tu estancia, gracias a la limitada información que consigue pasar a través de los filtros gubernamentales.

Supongo que nos creemos distintos, pero en el fondo, no lo somos tanto.





La ciudad prohibida - 720000m2 - es lo que queda del Palacio Imperial donde, durante 500 años, residió la Dinastía Ming y su corte, mientras que el resto... Tenían la entrada prohibida. Ni palacios, ni jardines imperiales para la mayoría - todavía se preguntará alguno de dónde les viene el ansia comunista.






Mi adios a Mao se convirtió en la continuación del día. Mi encounter me llevó al Temple Of Heaven, otra de las maravillas de la ciudad.
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