Cuanto más lo pienso, más obvio parece. The ultimate status no es el dinero - demasiado fácil de conseguir - ni el poder, sino la delgadez, como cristalización de autocontrol, balance, capacidad de sacrificio, belleza, juventud e incluso, respeto al medio ambiente.
Observa una organización que controle su mercado y analiza cuidadosamente a su CEO. Svanberg? Fibrado, bronceado y recuperando a E/// de la ruina - veremos qué pasa con BP. Jobs? Famélico y vegetariano, controla el iMundo de la electrónica personal. Lagerfeld? No es CEO, pero también perdió lo suyo. Oprah? Su mayor éxito, adelgazar. Podría seguir hasta Karnazes, un favorito en la familia, sin cambiar la tónica.
Una vez que llegas arriba, el dinero deja de ser un problema. Las reverencias e invitaciones abundan tanto como las largas horas en la oficina o la soledad que se respira en la cabina del avión. Insomnio y stress que, junto a un reloj biológico alterado se convierten en la receta perfecta para pagar tu ansiedad fumando, comiendo o bebiendo. O al menos, se convertían.
En el mundo actual, está prohibido fumar. Al jefe que s'e pasa' se le considera incapaz de aguantar la presión y se termina, prescindiendo de él. Queda el tema ñam ñam. Complicado de controlar. Pero sin tiempo libre, ni calle por la que andar, con suerte queda el gimnasio al mediodía y un puñado de arroz, que con los platos exóticos (y los vegetales frescos) mejor no arriesgar.
Dos kilos menos, dos tonos de piel más. El éxito te sonríe, sin excesos ochenteros sino en la plenitud del que manda, entiende, innova, decide y saca tiempo para cuidar de su vida y la de su estupenda familia. Me gusta ver cómo se infravalora el aislamiento y el éxito, se desplaza hacia una zona de equilibrio.
En estas cosas raras pienso, al sentarme a la mesa con un yogi y mi skinnyFat particular. El uno tira horas monte arriba con un plátano entre pecho y espalda, cual beduino a base de dátiles y leche de burra. El otro sueña con Baklavas que deleitan su paladar sin dejar rastro en su magro abdominal. Yo reflexiono acerca de mi camino personal.
Con una madre modista y un padre obsesivamente controlador, era mi sino. El uno se pasaba la vida computando. Lo que ganaba, lo que gastaba, lo que daba, lo que trabajaba. La otra, cosía para adineradas chepudas soñando con esas medidas donde las prendas encajan 'de otra manera', ella que nunca tuvo piernas de minifalda, juraba no acomplejarse aunque, entre líneas se entendiera lo contrario. En medio estaba yo. La empollona con gafas luchando por su integración adolescente.
Sin dinero para rinoplastias, sólo podía intentar mejorar en talla. Muy temprano, en paralelo a las mitocondriales enseñanzas y las clases de rítmica, aprendí a contar calorías. Sabía que por buena que fuera en Mates, eso nunca sería suficiente. Todos queremos tener amigos y que el maillot de lycra nos quede 'como a Laura'.
Los años pasan y las manías, sólo evolucionan en dos direcciones. O las dejas trás, como morderte las uñas, o te siguen allá donde vas, cada día pesando un poquito más.
Ubicación:Καλύμνου-Εμπορειού,Κάλυμνος,Grecia