Casi arruino el viaje a Seul.
Con mis 'reply all' preguntando A la gente si tenían miedo, elucubrando si sería mejor olvidarnos del viaje y quedarnos en casa, alejados de bombas y tensiones fronterizas.
Es interesante analizar mi comportamiento, entrever cómo el stress que me causa la responsabilidad de lo que dejo 'en la oficina' me bloquea inconscientemente, impidiéndome escuchar a esa voz interior, que de verdad, sabe lo que quiero.
Hace años, siempre decía que quería ir a Japón. Ignorante de mí. Sin haberme informado acerca de la belleza que cualquier rincón del Sureste asiático ofrece, cómo podía poner a Tokio en el número 1?
Playas en Malaysia, templos en Thailandia, jungla de Cambodia, el encanto de Vietnam, delfines rosas en Singapore, rascacielos en Shanghai. Pero, por encima de todos, está mi plato favorito (kimchi) en su cuna natal, Seul.
Cuanto más leo acerca de Korea, más me fascina. Un pueblo donde los intelectuales estaban por encima de los militares, que ha sufriso el dominio japonés una y otra vez. Sentada en este avión botella de tintorro en mano, por primera vez, soy consciente de lo que está a punto de ocurrir. En menos de 6 horas aterrizaré en esa ciudad con la que tanto he soñado, llena de templos, de rascacielos, de gadgets y artesanía. Kimchi con pulpos vivos. Paseos por las montañaa que rodean la ciudad, caminatas en lo alto, entere templos y vistas involvidables. Dios. Qué ganas tengo de pisar tierra y empezar a perderme entre hangeul y amables ojos rasgados.
Tres días de turisteo, hasta que empiece el contraste de verdad. Me da que lo vamos a pasar GENIAL al cruzar esa puerta y encontrarnos con los famosos 'korean businessman' :D