"Domingo de Ramos. El que no estrena, no tiene manos."
Enrique dice que este refrán nunca lo había oído antes de conocerme.
El caso es que a mí me lo repitió mi madre muchas veces, con lo que lo cumplo a rajatabla. Excusa para comprarme ropa, para comprarme chocolatillos y para salir de casa con la palma, más chula que un ocho. Con diferencia, mi día favorito de la Semana Santa (a excepción del día de Pascua, en el que me caía el huevón de chocolate negro, aunque ese vino de mi abuela - que vivía en casa, hasta que cumplí unos 9 años y se mudó al cielo).
Aún hoy en día, es un Domingo que me trae buenos recuerdos y me pone de buen humor. Irónicamente, hasta que llegan los tronos y empiezo a entender esas advertencias de mis compañeros de oficina acerca de que vivir en el centro está muy bien... Hasta que llegan la Semana Santa y la Feria.
En esta época de magia y solemnidad, nunca se sabe por donde te va a salir el Nazareno, que convierte tu camino de vuelta a casa, en un hazaña comparable al laberinto del Minotauro. Las procesiones recorren las callejuelas enrevesadas del centro de la ciudad, de manera que a veces dibujan un lazo alrededor de tu posición actual, que desgraciadamente no encierra tu casa.
Imaginemos que te da por comer en uno de los tranquilos bares en la Plaza Uncibay. Es tarde, no hay casi gente, se está milagrosamente tranquilo... Never trust the calm before the storm.
Allí seguíamos,
california roll en la mano estupefactos por lo que se avecinaba así como si tal cosa.
Primer paso de la tarde.
Con su banda de trompetas y tambores, evidentemente.
Nazarenos que aterrorizan a algunos de los niños que presencian el desfile, premio Nobel a esa madre que trataba de convencer a su quasi-bebé (que lloraba aterrorizado) diciendo
"pero si es un nene, como tú y como yo".
La Virgen, con un manto en tonos turquesa y tocado en tonos dorados, muy en tendencia.
Unos echan incienso, mientras que los
"espectadores" aplauden y gritan "GUAPAAAA" a la Virgen.
Elegante combinación de las tendencias que pegan fuerte esta temporada: Brocados, encaje, turquesa y el blanco, siempre favorecedor bajo el sol. Ojos dramáticos, que acompañan la temática del día.
Parece que la Virgen también debería empezar
la dieta de la salud y dejar el pan ácimo para bajar esos 1000kg de más, que son un dolor acarrear, como demuestra este pobre hombre.
La Plaza Constitución, que es el corazón de Málaga está cubierta por una tribuna VIP donde celebrities y locales pagan auténticos dinerales, para ver las procesiones principales (las que hemos visto hasta ahora son una broma, comparado con lo que está por venir).
Así como los balcones de la Calle Larios y otras vías principales, que están cubiertos con telas a tono con la celebración. Les ha costado casi una semana y unas cuantas grúas completar esta decoración (doy fé de que empezaban sobre las 8AM).
Tres filas de sillas a lo largo de la Calle Larios, también de pago. Más de lo mismo en el resto de la ciudad.
Irónicamente, ni se inmutan, pese al caos que gira a su alrededor. Aparte de la pena que me da ver a estos majestuosos animales en esas condiciones (sobre asfalto, esperando todo el día a que a algún guiri le de por pagar) también me dan que pensar. En que muchas veces, caminamos por la vida cual caballo.
Con los ojos medio tapados, casi sin ser conscientes de ello, haciendo lo que una fuerza externa espera de nosotros. A veces, sólo es cuestión de tomar el ángulo adecuado, para llegar a los ojos del animal. Que no han perdido el encanto ni la curiosidad. Simplemente andan un poco asustados, por lo poco que se encuentran otros ojos enfrente, en su realidad.
Al volver a España, hay un riesgo muy grande de retornar al lado más tóxico de ser local: Las presiones sociales, las expectativas, perder quién eres y encajar en lo que los demás esperan que seas (basado en lo que eras). Desgraciadamente, ese es un aro por el que no voy a pasar.
Son muchos años dando vueltas, como para dar vuelta atrás y perder esa riqueza que los contrastes culturales te ofrecen. En cualquier caso, tanto el entorno como yo hemos cambiado, así que no hay manera de que volvamos a encajar como solíamos - en el mejor de los casos, encontraremos un nuevo equilibrio y en el peor, viviré como una auténtica guiri de esas que hace cosas raras, pero domina el idioma local :P