Supongo que hacer fotos al atardecer, en un cementerio metafóricamente lógico.
Que se convierte en irónicamente terrorífico cuando, tras haber corrido montaña arriba, con las zapas plateadas hundidas en palmo y medio de nieve, intentando retratar esa puesta de sol escandinava, dejas de sentir las extremidades, tus manos se han convertido en témpanos rojos e hinchados que no son capaces ni de sostener la cámara y tu cuerpo tiembla, intentando recuperar el calor, temiendo que seas la siguiente en descansar en paz en tan paradisíaco y monumental entorno.
Aunque es la primera vez que lo visito - sin duda volveré, pero cuando haga un poco menos de frío - le tenía cariño desde hace tiempo. El primer email que me recibí de mi madre, hace un año, cuando el ajetreo con el PFC no me dejaba tiempo ni para hablar con ella, cuando se apuntó y superó - más que exitosamente - un curso de introducción a la informática... Sí, mi madre, a sus 62 años, con su formación técnica nula - e interés menor - escribió "Estocolmo" en el google, y le salio esto, una foto del cementerio.
Las cruces, para el progenitor de la criatura, que es muy beato y le encantan los cementerios, casi tanto como los hospitales.
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