Sweet home.
Tras un día bastante largo en la oficina lleno de momentos estelares (como el meeting con los del AISG) y decepcionantes (como intentar organizar un efterjobbet y fallar estrepitosamente, por enésima vez) me he montado en el 178, el que se dirigía a mi antigua residencia, para pasear de camino a casa, por un sitio diferente y soleado.
La verdad es que, tanta reorganización me da ganas de llorar pues no hace más que recordarme que, tras casi un año trabajando con, más o menos la misma gente, todavía no he conseguido hacer ni un puñetero amigo. Ni hablando sueco, ni auto-invitándome, ni aunque el sol brille y los planetas se alineen... Se animan a incluirme en sus vidas. Me jode, especialmente por algunos que dejaré en esta oficina cuando en Agosto, me dirija a mi nuevo puesto.
Entre mi loado ex-jefe y los adorables papás que me han salido, está mi driver que, aparte de fiestas, de apreciar el champagne y la langosta tanto como yo, es surfero de alma y reportero a tiempo parcial. Igual que mi colega con alma de diseñador - residente en Linköping, personas de esas que, sin mamoneos, terminan cayéndote bien. No sé qué pasa en este país, en esta oficina, con los ingenieros o conmigo, que parece imposible romper esa barrera invisible que te mantiene aislada de ese "Y por qué no te vienes?" que tanto te gustaría escuchar.
Años que pasan, días de sol en los que, tras pasear, no más hay puesta de sol que contemplar con copa en la mano que la que espera al otro lado de la ventana del salón. No es cuestión de infelicidad conyugal sino de necesidad de ampliar el círculo. Son las rebajas, acabo de cobrar y me gustaría que ella estuviera aquí, para quemar plástico en Acne o Filippa K. Hace calor, el sol brilla, WeSC organiza un fiestón en F12 y no hay nadie con quien ir a quemar tacón. Sí, conozco a gente pero... Cuántas van a ser como mi niña, que viene con las pestañas postizas en una mano y el bote de laca en la otra, dispuesta a probar algo nuevo o a que simplemente, montemos el circo?
No es que no aprecie lo que tengo, es que a veces, todos necesitamos ese input externo que nos saque del que espera en casa, esa persona que nos cuente algo nuevo o que entienda lo que sentimos, pues sus pasiones son las mismas...
Pensando en lo triste que es ver mi vida social reducida a las visitas que aterrizan en Estocolmo (Christopher este finde, Blanca el pasado y Edgar el próximo) culpándome de mi soledad empezaba a sentirme fría en el día más cálido que he vivido aquí. Y de repente...
Felicidad.
Ahí estaba! Una sepia gigante que protestaba contra las redes de arrastre frente a la sede de Greenpeace. Irónicamente azul, tan Indigo como el club frente al que daba vueltas, meneaba los tentáculos para repartir más panfletos entre los bohemios que la miraban pasmados. Desocojonada, me he despojado el iPod, que el chico se lo ha ganado. Y aunque no pudiera aceptar su proposición indecente - tengo muchos brazos pero sé cómo usarlos - me he llevado una gran sonrisa y un piropo, que no todos los días me llaman precious human being.
Andamos a punto de concluir el estudio y parece que, la semana que viene, llegará el esperado momento fuera del curro. Intento poner de mi parte, creer en que el momento en que alguien se decida a abrir la puerta llegará, por eso sigo intentándolo con el sueco, teniendo paciencia. Sólo esperando que el día en el que deje de tragarme lágrimas llegue pronto.
Las razones obvias para la razón suelen clavarse hondo en el corazón. Aun así, siempre que regreso... Me siento en mi ciudad, en mi barrio, en mi vida. No importa cuánto os eche de menos, ni lo que sufra con el frío, this is my home.
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