Nunca pensé que enfrentarme al demonio podría llegar a ser tan dramático, ni aunque ande jugando en casa. Pero me siento como el tractorcillo que zozobraba por Vitabergsparken. Intento subir las rocas, pero me patinan las ruedas.
Deprime, no poder disfrutar de un paseo tranquilo, escuchar quejas y lamentos del que no sabe apreciar ett riktigt paradis, saber que a la persona que tienes en frente le importa una mierda todo lo que dices y haces, escuchar los desprecios, sí, los de siempre.
Y sentirte culpable. Al verlo cerrar los ojos en el barco turístico y desear que no los abra nunca más. Porque ha llovido demasiado. Porque llueve sobre mojado. Porque aunque yo me haya hecho con el paraguas de la distancia, otras siguen ahí, descalzas bajo la lluvia, aguantando el chaparrón.
Sólo 3 días. Mañana vuelvo (afortunadamente) al trabajo. Y hasta nunca... Pues la próxima será una muy blanca Navidad, que pienso disfrutar här i stan. No soy lo suficientemente fuerte como para aguantar en su casa ni una puñetera semana.
1 comment
Jo nena, que complicada es la vida ¿verdad?.
Bueno, te veo en una actitud fuerte y se que estás capeando el temporal ... aunque debe ser un trabajo enorme por lo que cuentas ...
Mucho animo, amor.
Un beso y un abrazo!
Post a Comment