2010/10/10, Sunset in Djurgården
Los días acortan cada vez más pero, por alguna extraña razón, el sol sigue brillando, tornando de mágicos colores las hojas que todavía resisten las bajas temperaturas. Mientras camino junto a mamá en un mar de ocres, rojizos y tostados; no puedo evitar preguntarme cuándo terminará.
Sólo es cuestión de tiempo. Como todo, es cuestión de tiempo. El sol sueco, que se apaga cada día un poco más, terminará dando lugar a la interminable lluvia que inunda la oscuridad. Igual que los días felices juntas, tocarán fin. Antes de que pueda darme cuenta, habrá despegado. Sin rastro, como el verano, que nadie sabe si volverá a brillar de igual manera el año que viene.
No es justo. Justos pagan por pecadores. Soy inepta, no logro captar el equilibrio del mundo. No es bastante, nunca es bastante, nada es bastante. La quina que tragaste antaño, termina repitiendo a distancia. De nada sirve, la tierra de por medio. Es inútil razonar. Tanto como tratar de calmar la rabia que nace de la impotencia, esa desesperación del que no puede cambiar las cosas. No merecía soportar ciertas monstruosidades - que me pintaron normales a pesar de ser denunciables - pero eso no me da derecho a cargarle a nadie semejante penitencia.
Sólo me queda, respirar. Un djup Ujjayi andningen y la búsqueda de la compasión, que es lo único que conduce a la paz interior. Nada obtendré de amarguras pasadas. Mejor centrarse en el agradecimiento a quien está por encima, la admiración a la generosidad desprendida, el empeño en ser mejor y evitar parecerme a quien ninguna honra merece.
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