Bienvenidos a Odaiba.
Últimamente, voy de negro. Hasta me he comprado un trench, para completar.
En Japón, no está bien visto que alguien profesional vaya hecho un cuadro (i.e. jeans).
Yo que siempre fuí un poco camaleónica, me ví rodeada de trajes negros. Así que poco tardé, en mimetizarme con el entorno. Por si alguien se lo preguntaba, funcionó. El ir de negro, hizo que la gente se me tomara más en serio. O que al menos, me dieran la oportunidad de hablar.
Eso sí, mi alma folclórica despunta en los detalles, como mi pequeña contribución al desarrollo de esta sociedad, mi mini-reivindicación de mujer trabajadora (que no tiene por qué convertirse en hombre). Éste es mi granito de arena, de alguna forma. No hay por qué dejar de ser mujer para ser válida. Algo que tienen que aprender en este país, si alguien lo dudaba.
2 comments
Accionistas mayoritarias... que nos los quitan de las manos!
Muy fan de tus palabras... y cuántas generaciones quedarán aun para que sean algo obvio?
Creo que en este país, tiene que haber una crisis muy grande, que mande a las mujeres de vuelta al trabajo, porque con un solo salario no sea posible mantener una familia.
Hasta entonces, no veremos un real empowerment en este país donde lo atractivo es dócil, frágil, silencioso, calmado.
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