Si hace poco os hablaba del maravilloso shopping en Jakarta, hoy os dejo una imagen que muestra la otra cara de la misma moneda y resume la realidad de la mitad de la población en Indonesia.
Estos hermanos venden periódicos en el cruce donde paro a diario, venga de la oficina o del centro comercial de al lado. Hay una rotonda, en la que todos los coches se ven obligados a parar. Pese a los cristales tintados se acercan a la ventana y te miran fijamente, porque saben que todos esos todo-terrenos y mono-volúmenes los conduce un chófer, que lleva a alguien con cierto poder adquisitivo a casa.
Esta foto la hice un Sábado, que casualmente era la víspera del EID Al-Adha, una festividad musulmana en la que se sacrifican vacas y cabras, para repartirlas entre los pobres. Suerte que la vaca a bordo, distrajo a los niños momentáneamente, librándome de la incómoda situación que crean los ojos de una niña de la edad de mis sobrinitas, clavados en los tuyos. De qué sirve comprar un periódico? Cuando el problema tiene una escala mucho mayor y una solución más compleja.
Los niños descalzos en la calle, la ausencia de metro en una ciudad como Jakarta, los excesos y el lujo que se observa en los sitios exclusivos, son síntomas de que el tigre de Asia tiene garra, pero la riqueza que genera no se distribuye uniformemente entre la sociedad.
El consumo crece un 4% al año en media, pero lo hace en un 6% para los más ricos y en un 1% para los más desfavorecidos. Esto indica que el crecimiento sirve para que los ricos se hagan más ricos y la situación de los más pobres, mejore muy lentamente. Algo que se observa a la perfección en el mall, donde tras codearte con señoras cubiertas de Chanel, observas a los niños sobrevivir en la calle.
La pobreza no está distribuida uniformemente en el país, hay zonas muy pobres (Papua) y zonas que sufren menos (Kalimantan - en la isla de Borneo), pero aún así es pasar del 25% al 7% para acabar en 12% de media.
El 70% del GDP de Indonesia viene de una economía sumergida, de vendedores de fruta, brochetas o flores en la calle. Gente que no está regulada, que no tiene derecho a atención médica - porque no hay Seguridad Social y los seguros privados son demasiado caros - y que simplemente, sobrevive como puede. Los índices de pobreza van bajando, porque la gente pasa de trabajar en agricultura a trabajar limpiando un hotel. Pero bajarían mucho más, si entraran en industria. Algo que no va a pasar, porque no hay inversión en infraestructura, ni incentivos, ni leyes laborales algo más flexibles, que permitan a las fábricas locales ser competitivas. Ni tan siquiera la agricultura puede ser competitiva, por la falta de carreteras y puertos de carga en zonas rurales.
Según Amartya Sen (Nobel Prize Winner, 1998), la pobreza no se mide por los ingresos sino que se caracteriza por la falta de acceso a 3 factores básicos:
- Nutrición (medida por la proporción de niños de menos 5 años bajos de peso)
- Sanidad (medida por el % de nacimientos sin profesionales)
- Educación (medida por el % de mujeres analfabetas)
En 2012, el World Bank reportaba un 75% de trabajadores en el sector informal; más del 50% de las familias pobres dependiendo de la agricultura; 16% de analfabetismo; 50% sin acceso a agua limpia; 25% de niños desnutridos menores de 5 años, en un país sin infraestructuras de transporte ni gobierno que utilice la explosión económica como herramienta para el cambio.
A principios de este año, el gobierno abarató la gasolina, en lugar de incrementar los impuestos en ella, para poder invertir en sistemas médicos, en transporte, en infraestructuras que faciliten un crecimiento económico a largo plazo y una distribución de la riqueza algo más uniforme. De la corrupción que inunda el sector público, ni hablamos - bastante tenemos con lo nuestro.
Esperemos que con el nuevo presidente del Gobierno Indonesio - quien también tiene su casa blanca en el centro de Jakarta, cambian las cosas tanto como ha prometió al asumir el poder, el mes pasado.
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