Tras lesionarme corriendo (me quemé la piel de los talones, se me infectaron las ampollas, casi no me tenía de pie pues sólo carne viva was left... Sin contar las uñas de sendos pulgares que van camino de caerse) pasé una semana terrible, encerrada en casa.
Deprimida por ver el buen tiempo pasar sin salir a disfrutarlo, por no encontrar rincón donde escabullirme de los gritos y malas ostias paternas, por ver el sufrimiento silencioso de esos ojos que no han presenciado más que sueños despedazados a través de los años.
Necesitaba un respiro, con él, en Menorca.
Vacaciones de las vacaciones. Días de playa sin atisbo de dolce far niente. Llenos de detalles ínfimos pero inolvidables, de magia en calas vírgenes sin chiringuito, sin ducha ni papelera pero llenas de paz, del murmullo del mar y las cosquillas de los peces. Bocata en la mochila, botellón en la mano y a soñar. Exacto. Recargar las pilas.
El primer día de vuelta al curro se supone deprimente aunque para mí, no lo haya sido en absoluto. No por regresar al frío ambiental y humano, ni por dejar atrás los buenos ratos con mis hermanas sino por olvidarme de malas ostias, de gritos y faltas de respeto que sólo reabren heridas pasadas. Sí, esas que había lamido hasta la cura algunos años atrás. Me duele ver cómo la mente enferma materializa problemas donde no los hay, cómo nos pasamos la vida escuchando quejas, sufriendo esquizofrenias - que a ojos externos suenan imposibles - cómo no vemos la escapatoria que, en general, suele estar más a la mano de lo que parece. Como Maria Antonieta, que se esfumó a través del papel floreado en la toma de la Bastilla, la salida es siempre más sencilla de lo que pensamos.
Hasta cuándo? Qué sentido tiene? Por qué aguantar? De qué sirve? Qué aliciente le encuentras al día? Para qué seguir... Así?
Puede que sólo hayas conocido esa insatisfacción extrema, el continuo reproche, la descalificación, la violencia verbal, las amenazas, el miedo... Que te hayan machacado las ilusiones una a una, poco a poco, cual gota china. Te gusta llamarte escéptica, cuando no eres mas que una soñadora hastiada de tanto reproche. Sabes? Hay vida más allá y, como ambas sabemos, en las pequeñas cosas está la clave. Deja de justificar lo injustificable, deja de aguantar (para asegurarme el futuro) que ya va siendo hora de que juegue mis cartas con habilidad, de que siga adelante sola contando únicamente con tu respaldo moral - que es el que de veras importa. Siempre habrá alguien dispuesto a tender una mano cuando la necesitemos, aunque crecieras en otra época, debes entender que esto no es lo normal, que nadie lo merece y que... Más vale vivir de pie, que morir arrodillado.
La vida es como viajar a Menorca. Lo que para algunos es "una mierda de secarral del que deberías huir, pues no hay marisco, ni Albariño, ni playas grandes como en Coruña" se transforma ante ojos más optimistas en el paraíso virgen que descubrir paso a paso, capturando cada pequeño instante como si se tratara del último: El rayito de atardecer, la gota turquesa y la bocanada de mar me acompañan allá donde voy, mientras las abarcas esperan muertas de risa a ver si hay suerte para que el sol brille un poco más durante próximo verano.
2 comments
Eres una persona maravillosa. No me cansaré de decirtelo.
Tu madre tiene una suerte tremenda por tenerte. Agarra fuerte su mano y tira, porque sólo necesitará un empujón para subir.
Ando soñando con menorca.
que gusto leerte
yo tengo la misma frustracion con mi madre...en fin, es agonico, pero ellas lo eliguen,no?
Un abrazo y animo
si sigues empujando y luchando por lo que te gusta al final lo conseguiras, seguro.
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