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26.8.10

Smile.


As you have not done this week so far.

No hay nada nuevo en un metro a petar por la mañana. Todo cambia al mirar al suelo y descubrir una pata negra que se estira, relajada:
- Ten cuidado con el perro.
- Que tenga ÉL cuidado conmigo.

Nunca me gustaron. Babosos, sucios, malolientes, plastas y estúpidamente fieles. Sin la clase gatuna que tanto me fascina. Sin embargo, había algo diferente en él. Era un perro de Söder. Negro, brillante y con un corte de pelo a la última, sombreando cuadros cual tatuaje del print de temporada. Un perro molón que se gana mis favores.

Lo que bien empieza mal acaba. O bueno, quizás todo gire en círculos y sólo sea nuestra propia energía negativa la que nos golpee en la nuca al cabo de un rato. El caso es que, tras ser appointed algo en un grupo de expertos, tras escuchar que mis argumentos eran increíblemente buenos, me he encontrado llorando en un baño con la luz apagada. Desesperada. Sin energía. Amargada. Sin verle el sentido... A nada.

Ayer, leí muchas cosas acerca de la ansiedad, la depresión y cómo se relacionan con el ejercicio físico. Aparentemente el Yoga, es positivo si andas ansiolítico; casi tanto como los ejercicios aeróbicos, en aquellos con tendencias depresivas. Irónicamente, con todo lo beneficioso que puede resultar el moverse, sólo lo es si supone un cambio en la rutina. Vamos, que si eres un vagucio, genial. Pero como andes moviéndote la has liado. Porque en el momento en que te sedentarices - algo que ocurre por diversas razones como el mal tiempo, el exceso ocasional de trabajo o un mero resfriado - empezarás a deprimirte todavía más, a sentirte un fracasado, alguien débil, inútil que no cumple con su rutina. La solución no es quedarse quietecico, sino flexibilizar la mentalidad. Fácil de decir, complicado de aplicar. También... Leí que ayudar a los demás es un buen modo de superar la negrura en el corazón.

Así que, con ojeras hasta el ombligo y sin suficiente abrigo, la mejor opción era ir directa a casa y liberar de su obligación al escalador. Que alguien sea feliz por un día y que el mío, cobre algo de alegría. Montar en la línea azul. Dormirme agotada. Montar en la línea verde para encontrarme a mi colega canino, sonriendo en su cool pelambrera.

Por mucho que todo empiece donde termina, hay mil maneras de darle la vuelta al ciclo. Lo único que prueba esta semana es que sentirme mal no lleva a nada, trabajar mil horas conduce a estar fuera del mundo los días subsiguientes, las mudanzas entre muchos se acaban pronto y sin sufrimientos y con pan, las penas son menos. Dicho de otro modo, que no merece la pena comer sola en mi oficina por ganar media hora de wordProcessing. Sin desconexión no hay quien se relaje y vuelva al tajo productivamente. Sin deporte no hay descanso. Sin descanso, no hay vida. Al menos, para mí.
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2 comments

Anonymous said...

Enrique tiene mérito por tener a una persona taaaaan pesimista a su lado.
Claudia, espavila! no tienes motivos para ser siempre tan ceniza, que la vida se pasa muy rápido y el día que te encuentres un problema duro, de los de verdad, te va a dar algo.

Clau said...

Enrique tiene mucha paciencia. Pero yo soy lo suficientemente espabilada como para afrontarlo todo y créeme, bastante menos pesimista de lo que parece.

Me pregunto qué es un problema "real"? Recuerda que aunque elija guardar determinadas cosas para mi intimidad, ello no implica que no las esté afrontando, anyway.

Segundo, de pesimista nada.

Ayer estuve leyendo otro capítulo del maravilloso libro que Carlos me recomendó y me ví retratada de un modo positivo. Soy una persona con capacidad de sacrificio, de controlar sus impulsos y de mantenerse en el nivel óptimo de ansiedad vs rendimiento (poca ansiedad te mantiene vago, mucha ansiedad te bloquea). Siempre me saco algo de la manga, siempre lucho hasta el final. A Dios rogando y con el mazo dando. MI carrera, mi mediaMarathon, mis features, lo que me echen. Cada vez que me ponen un reto siento que es una oportunidad de crecer y sí, lloraré lágrimas de sangre, pero como al correr a lo bruto, me sentiré estupendamente al superarlo. Por vueltas que le de, a la hora de la verdad, tengo muchos cojones y sé sacar lo mejor de tí misma. Mi pesimismo no me bloquea, son las ganas de ganar lo que me mantienen de pie.

Por si no lo habías notado, escribir acerca de como me siento es mi manera de afrontar los momentos duros. Lo descargo. Ahí queda. Sigo con mi vida. Poco a poco pero siempre, adelante.

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