Vad härligt! Solen skiner, alla går runt och dagarna är längre än någonsin...
Cuando brilla el sol, esta ciudad es sencillamente genial.
Como me dice alguien con quien trabajo cada día "en esta época del año, no quiero estar en ningún otro sitio". Tiene mucha razón. Estocolmo te permite vivir al aire libre, en comunión con la naturaleza y disfrutar del buen tiempo, gracias a los horarios flexibles que te permiten trabajar desde tu soleado balcón o revisar documentos sobre la hierba.
Aún así, hay días en los que te lo pierdes. Como hoy, cuando en lugar de pasear, me he pasado la tarde trabajando… Hasta que fuera hora de ir a un endocrino privado que he decidido empezar a ver. 80€ de visita y la única petición de volverme a hacer análisis de sangre, para que tenga los últimos datos - aunque le haya enseñado los del comienzo de Mayo, parece que no le valían - antes de decidir qué hacer. No sé, pero he salido bastante triste. Sabes? Cuando tienes un mal presentimiento acerca de alguien, cuando tu estómago te dice que esa persona, no te va a hacer ningún bien. Es extraño, pero nunca me equivoco con estas cosas.
Mi primer médico, me dio pánico. Estaba en lo cierto, pues terminó por medicarme en exceso. Mi segunda médica, me dio buena espina. Ella fue la que consiguió regular las cosas. Pero terminaron cerrando su sección del hospital, lo que me devolvió al ignorante de mi médico de cabecera. Sí, es una buena persona, pero no lo suficientemente competente como para tratarme. Así que en estas ando, intentando encontrar alguien que me dosifique el medicamento correctamente, a ver si consigo equilibrar mi organismo. A veces odio tener esta capacidad de ver a través de las personas, de no equivocarme en mis presentimientos. A veces preferiría tener más esperanza, creer en que todo saldrá bien por una vez. Pero es duro, cuando esperas, esperas pero nada se encamina por donde debería.
Me consuelo preparando la FIKA de mañana. Unas fresas, con chocolate. Sanas, con un twist pecaminoso. Normalmente son locamente caras. Afortunadamente, al salir del médico he encontrado la verdulería ambulante que se pone en la plaza abierta. 500gr a 20:-. Sin pensarlo dos veces, he acarreado con 4 cajas para casa.
Dos horas más tarde, con las uñas pringadas de marabou fundido, la calma empezaba a inundar mi mente. Gaviotas y gente en el parque como única banda sonora, colándose a través de las ventanas abiertas. Dejar que entre el sol y permitir que los malos humos se larguen. No hay mal que 100 años dure y cuanto antes dejes pasar las cosas, mejor.
Como me dice Enrique, la vida es demasiado corta como para perder el tiempo con aquello que no merece la pena.
1 comment
Horarios flexibles... toda una utopiía en España, que como somos unos vagos, tenemos que permanecer horas y horas delante del ordenador para que el jefe sienta que estamos trabajando. Qué suerte tienes de vivir en un país tan adelantado en ese sentido!!!
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