El Monte Fuji, tal y como se ve desde nuestro balcón.
Supongo que era demasiado pronto para levantarme. Pero el sol no dejaba de alumbrar fuerte por la ventana. Subir las escaleras y cruzar el cristal, directa hacia ese balcón al que el invierno nunca parece llegar. Son las 23 en España. Supongo que todavía puedo hablar con mamá.
Contarle cómo fue ir a un izakaya sin menú en inglés ni camarero políglota. Comentar mis compras apresuradas pues con un container que no llega hasta Enero, corro el peligro de morir congelada entre esas tardes en las que no brilla el sol y esas mañanas tempranas, de ir a trabajar. Girar la cabeza, para descubrir su grandeza.
Ahí está. Nevado, el que algunos afortunados dicen ver por su ventana y algunos intrépidos intentaremos escalar cuando el tiempo lo permita. Impresionantemente brillante bajo el sol naciente. Me he pasado el día frotándome los ojos, pero todavía… Tengo la sensación de estar soñando.
Así que buenas noches, desde mi Vanilla Sky.
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Ooooh qué bonito parece!
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