Siempre que viajo, me gusta hacerme con souvenirs de los que no cogen polvo. Se llevan día a día y recuerdan momentos memorables. La tienda de Swarovski en Viena es algo grandioso, pero también infestado de turistas (principalmente Asiáticos & Rusos) que destruyen un poco la magia que brilla en torno al mágico cristal.
De ahí, que pasáramos de largo para toparnos con el epicentro del glitter en la ciudad: Cadenzza.
Situada junto a la Ópera, es un sitio que NO TE PUEDES PERDER, especialmente si eres urraca de nacimiento (como es mi caso). La tienda está repleta de pendientes, colgantes, pulseras, anillos. Todos hechos con Swarovski por diseñadores especializados en esto del big-is-better como Anton Heunis y Mawi. También hay piezas de Cavalli, Versace y Oscar de la Renta, que se van bastante de presupuesto (al menos, del mío).
Un gran placer tratar con los encantadores dependientes y darme cuenta de que, aunque en Europa no haya Tomorrowland... La esperanza no está totalmente perdida.
El packaging está muy bien diseñado. Puedes elegir el color de la caja (turquesa, verde, rosa, negro) y un mensaje que se queda grabado en el cartón. Muy cool y lujoso a la vez.
Pendientes de Anton Heunis.
Pulseras de Cadenzza.
Sois de piedra gorda (como yo) o de pieza discreta, como mi querida Blanca?
Happy day (^_^)
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