El viernes, tras un día largo de ofi y mucho dudar - debería quedarme estudiando para el examen del 11/13 instead? - Enrique terminó por convencerme de que lo mejor era tomarse un respiro y visitar SF Bio.
Así que, tarjeta en la mano - bastante curioso lo del Biomat, por cierto, una especie de cajero automático donde, previo pago o reserva via internet/móvil simplemente deslizas la tarjeta y recoges tus entradas, rápido y eficiente, muy sueco - nos dirijimos a nuestro querido Södermalm, a por un poco de Pe, con mucho de Coixet.
Lenta? Puede. Pero lo español tira, especialmente cuando estás fuera.
Me tocó, dentro. Ese miedo a crecer, ese rechazo al compromiso per se me pilla muy de cerca, casi tanto como la comprensión que aparece de la nada, demostrando que todo tiene un por qué.
Por otro lado, está el cuestionable valor de la belleza. Y su poder.
Tiendo a idolatrar a las cosas bellas. Sean personas cuya apariencia me resulta especialmente intrigante o atractiva, objetos de diseño ya sean libros, muebles o identidades corporativas, arte, moda, arquitectura... Cualquier cosa. Hasta la comida.
The more appealing to my eye, the better.
Sin embargo, tanta fascinación pueda no ser más que consecuencia de lo atractivo que tiende a resultar lo desconocido. Con el It-Girl Issue de NYLON en una mano y la cutre de Sofis Mode en la otra, con Am-Lul en una pestaña y Milena en la otra, me sigo preguntando...
Qué se siente al ser así? {Guapa, quiero decir}
Siempre pensé que ahí dentro, uno tiene que ser más feliz. Sentirse más seguro - a sabiendas de la envidia/admiración que despiertas a tu alrededor, pero no por ello despreciable ojo, que la confianza siempre trajo buenos sentimientos y con ellos, medio mundo estaría resuelto.
La película trajo una nueva luz, though. Quizás no sea un lugar tan cómodo de habitar, siempre teniendo que demostrar ese algo más que hay detrás mucho más que los demás.
Anyway, supongo que moriré con la duda, como ocurrirá con muchas otras cosas.
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