Todo el mundo está muy emocionado, con eso de que nieva en España.
Yo estoy harta. De que el tren que me lleva al trabajo me deje tirada, de leer sobre accidentes de tráfico, de caminar sobre hielo, de patinar, de caerme en la carretera. Hoy, hasta he resbalado al bajar, cargada con la compra, las escaleras que conducen a casa. No me he desnucado de milagro - gracias a machacarme las costillas con la barandilla, al agarrarme de golpe evitando la caída.
Increíble, pero al pobre Enrique le ha pasado lo mismo, como una hora antes, exactamente en el mismo sitio con las mismas bolsas colgando del brazo :'(
La nieve es preciosa en fotografía, ilumina el invierno y llena de alegría los corazones infantiles. La nieve es un infierno cuando tienes que convivir con ella. Cuando los grados bajan cada día más, cuando la capa es más gruesa cada mañana, cuando sabes que quedan muchos meses hasta que pase.
Det finns inget dåligt vädret, bara dåliga kläder - som man säger :D
{el mal tiempo no existe, sólo la mala ropa}
Ésta es mi vida, estoy acostumbrada a ello. Y en el fondo... A mí también me gusta. Aunque sólo sea una excusa para beber glögg y meterme a los rayos más a menudo :P Lo mejor del mal tiempo es que te enseña a apreciar el calor soleado como el regalo divino que es, sin que necesites nada más para ser feliz. Un día brillante te hace sonreír, desde el primer rayito que ilumina tu camino. Te sientes feliz, afortunada, con sólo tener la oportunidad de pasear bajo el sol. Por eso, seguiré aguantando, pacientemente.
Hasta que ese avión parta hacia España (o cualquier otro sitio de latitud más cálida) y me lleve de vuelta a ese calor que tanto añoro...
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