Globen.

Por corporativo que resulte, mi employer compró y rebautizó el estadio más curioso de la ciudad... Aunque me repatee ver al nombre original convertido en apellido, he de reconocer que la bola luminosa sigue atrayéndome tanto como el primer día.

Mires desde donde mires, ves ese pelotón de colorines. Cambiando, para no aburrir. Rosa, el día de la gala contra el cáncer... Elige color de acuerdo al evento que acoja. Partidos de hockey, Britney y Beyoncé: todo cabe bajo el techo esférico.

Esa bola tan grande, como ya he contado unas cuantas veces, representa al sol en el planetario a escala que a los suecos les dio por plantar en Estocolmo y alrededores.

Como al Mariahissen, me gusta admirarlo desde la distancia. Un poco como el Pilar (en Zgz) las cosas así me hacen sentirme en casa.

Que al final, es lo que cuenta no? Encontrarte... Allá donde estés.

Como en el curro. Donde protesto porque me rodean expertos de 50 años. Gente con la que tengo poco que ver, para la que todo son trivialidades, que habla poco inglés y no entiende que... Yo no lo vea tan claro.

Pero... RETIRO lo dicho!

Hoy mis compañeros se han pasado casi dos horas de whiteboard, explicando pacientemente todo lo que no entendía; felicitándome por preguntar - mejor reconocer la ignorancia, y ponerle remedio, que quedarse callado con cara de poker - han conseguido, como el Globen, que me sintiera en casa. Más comprendida, más apreciada, con un camino por recorrer y dos manos encantadas de ayudar.

Las buenas personas abundan, sólo hace falta paciencia para avistarlas.

Salir reventada. Dormir en el metro. Balbucear al pobre David. Sacar fuerzas de flaqueza, cambiarte, correr. Volver más fresca - en todos los sentidos, relajada, lista para empezar otro día. Y descubrir la última sorpresa, en forma de abrigo que YA anda de camino a casa... Ponela guinda a otro día normal... Sin novedad en el frente :P