Las elecciones suecas han llegado más lejos de lo que habría esperado jamás.
Lo triste es que no se deba a las maravillosas propuestas del partido favorito, sino a la aterradora xenofobia que se crece en un país donde un 25% tiene raíces muy alejadas del Norte.
Ayer por la noche, estuve ojeando la web de los Sverige Demokraterna. Todavía me rondaba la noticia que me había comentado mi amigo Stefan días antes por la mente - inmigrantes que, pretendiendo votar a los socialistas (Social Demokraterna) cogían la papeleta equivocada (Sverige Demokraterna) y la liaban parda, ayudando a la extrema derecha - así como los ecos en la prensa española.
Los fascismos se alimentan de las crisis.
En un país donde la producción industrial se traslada a China - por abaratar mano de obra, impuestos, regulaciones en las técnicas etc. - el desempleo crece en la juventud poco educada. Dudo mucho de que haya algún ingeniero sueco al que le hayamos robado el trabajo, por eso traen a tantos estudiantes extranjeros a las Universidades Técinas… Así como a enfermeras/médicos a los hospitales. A menudo lees sobre los adolescentes de las afueras que planean dedicarse a ramas técnicas, aunque exijan más esfuerzo, con tal de asegurarse el futuro. Por qué ellos y no los acomodados? Porque probablemente, vengan de un background que tiene la escasez y el sufrimiento más cerca, donde se valoran las oportunidades que brinda Sverige - al que se quiere esforzar.
El problema sueco no anda arriba - el 99% de colocación en los ingenieros habla por sí mismo, sino en un estrato menos educado. Donde el moreno, viene a hacer lo mismo - o mejor - protesta menos y probablemente, sale más barato. Donde el Ramadán comienza a ser más multitudinario que el Midsommar. Donde las calles se llenan de burkas, hiyabs y litams. Póngase usted en situación. Imaginarte preñada, con un novio que acaba de quedarse en la calle y un hyresrätt en la afuera donde no os podéis ni menear. Yendo al ginecólogo público del Södersjukhuset, siendo atendida por ese médico de origen turbio - Mr.Petros - y compartiendo sala de espera con una Spanska que parlotea en el iPhone con su madre mientras juguetea con su tarjeta de ERICSSON personnel, a medio caer de ese Loewe de última temporada. Ninguno habla bien tu idioma, qué más les da? Pueden aprovechar todo lo que ofrece esta sociedad sin esforzarse por empaparse de ella.
En Suecia puedes nacionalizarte sin hablar sueco. En Suecia hay muchos con asilo político. En Suecia es gratis estudiar. En Suecia la Universidad es en inglés. En Suecia los fascistas acaban de entrar en el Parlamento. En Suecia hay gente que sufre, gente dispuesta a creerse la falacia que resuelve un problema infinitamente complejo.
Todo esto me recuerda a la Alemania de los '40. Ésa que había sido Imperio, pero zozobraba desde la Primera Guerra Mundial. Donde apareció un bigotudo que explicó, razonadamente, por qué las cosas iban mal: Tú eres pobre, porque el judío es rico. Ya escribí sobre la medicina del odio sobre cómo la mezcla de razas generaba idiotas, los cuales derivan en pobreza y en una nación que padece - en lugar de someter. Está claro quiénes son los morenos de esta historia - esos no cambian, se les identifica bien por el color de la piel. Lo malo es que en Suecia los nuevos judíos podríamos ser nosotros fácilmente. La clase media trabajadora que carece de raíces Svensson pero ocupa empleos de bien, que viven como Reyes y dejan a los demás sin nada, que deberían volver a su puto pobre país que aquí, no hacen más que joder.
Sólo quería exponer mi visión del asunto, sólo quería comentar como lo vivo in situ. Soy la inmigrante, soy la morena aquí. Llamo la atención en medio de una raza tan pura como la escandinava (cualquiera que haya estado por aquí sabe de lo que hablo, los cabellos élficamente rubios, las naricillas chatungas pero respingonas, las piernas largas, estilizadas y los ojos claros como el cristal) y a veces, la gente bromea con Manuel @Fawlty Towers. Dudo mucho de que haya un pobrecito suequito sin empleo por mi culpa, pero ello no quita para estar agradecida y respetar esta sociedad, sus normas y su historia. Pues su evolución me ha ofrecido estabilidad, un empleo, una casa donde vivir, facilidades para viajar, para aprender, para desplazarme en transporte y sanidad pública, en definitiva, un sistema que funciona impecablemente bien, en general. Estoy enamorada de mi ciudad, de mi barrio y de todas nuestras rutinas aquí, que a lo largo del tiempo me mantienen feliz. Sin embargo, tanto por respeto como por integración, queda una asignatura pendiente para este curso: dominar el Sueco.
*Val es el término sueco para elección
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