Sus mágicamente atractivos geométricos caracteres me fascinan. Así que, cuando tienes la suerte de compartir mesa con un nativo - que además, se ofrece a compartir mejillones pili-pili contigo - no dudas en comentarlo.
Dong-Ho me contó que la perfección no es más que el resultado de la clarividencia de "Sejong El Grande" un emperador que se convirtió en todo un mecenas de la ciencia y la tecnología. Bajo su mandato se desarrollaron grandes avances, como el calendario koreano, relojes de agua, de sol y el primer pluviómetro de la historia. Sin embargo, su mayor hazaña fue crear el alfabeto que hoy se emplea oficialmente en el país.
Sejong percibía como tremendamente injusto el que únicamente las clases elevadas de la sociedad, aquellas con acceso a una educación muy avanzada - además del tiempo que requiere aprender, pudieran empaparse de la complejidad del alfabeto Chino y por lo tanto, ser capaces de leer y escribir. Así que en 1446, Sejong creó el alfabeto de 28 caracteres que todavía anda en uso. Formas geométricas, fáciles de recordar, que evocan la posición de los labios en cada caracter.
El koreano, como el español, se pronuncia tal y como se escribe. Pero hay reglas que lo hacen más complicado, como los bloques en los que las letras se agrupan o el tener vocales simples, consonantes simples y diptongos de todo tipo.
A ver si la suerte sigue de mi lado y compruebo su belleza in situ antes de que termine 2010.
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