
Caminando sobre las aguas

Efectivamente, había caído un metro de nieve. A mí, nada me chafa la alegría de un día soleado.

Basta con comparar ambas fotos de Tantogården para entender a los suecos, cuando dicen que les gusta su clima, porque tienen estaciones de verdad - no como en España.
Ojalá siempre fuera fin de semana. Ojalá siempre me levantara temprano, llena de energía, para dar un paseo en soledad, interrumpida por la cálida voz de mamá y algunos pensamientos entremezclados con house que, a todo trapo, no deja de sonar. Mañana es 14, pero algunos lo celebramos cuando hay más tiempo y menos en lo que pensar. Qué más dará. Se trata de pasar un rato juntos y disfrutar de algo especial.
Mi regalo para Enrique no es otro que el recuperar la sonrisa. No drama, pero el entrar en mis True Religion ha sido el evento estrella. Me sentía extraña, pero ahora, vuelvo a la normalidad. Tengo más energía, salgo cada día a andar. Lo único que empeora es mi juanete - si alguien sabe de algún buen cirujano, que avise, porque lo de mi pie derecho es de operar - pero da igual, si todo lo demás comienza a encajar.
A alguno le parecerá que no hacemos nada especial. Supongo que no es más que resultado del comercio. Salir a cenar, regalar o viajar, eso sí es algo especial. Pocas tradiciones gratis se inventan este consumismo existencial. En Estocolmo hemos recibido un sol que nunca vemos. Y como todas esas cosas simples, nos ha llenado de calma, que sólo sientes cuando estás bien de verdad.
Namaste. Feliz día de San Valentín.
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