En Navidad, regalé a Enrique una Slackline. Que viene a ser una cuerda floja, en la que hacer equilibrios para mejorar al escalar. Hoy, que hacía sol y no teníamos nada mejor que hacer, la hemos salido a probar.
Parece más fácil de lo que es, pero tras mucho probar… Uno consigue andar como muestro en el vídeo:
De camino a casa, nuestros pasos se han cruzado con Strandbryggan, que es un sitio muy cool donde la gente pija va a tomar rosé, aparcar los barcos, pasear Vuittones, perros-rata, lucir colágeno y mirarse unos a otros. El exceso de gomina quizá no vaya mucho con nosotros, pero al buen house bajo el sol… No puedo decirle que no.
A la izda. Eddy Cabrera.
Carne de uteservering.
Que todos los findes sean así, con sol y con algún otro motivo por el que sonreír.
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