Las gaviotas se sienten amorosas cuando el sol brilla con fuerza en la ciudad. Fruto de sus retoces, nacen los polluelos que, como todo el mundo sabe, necesitan algo de tiempo... Hasta que pierden el plumón, cambian de gris a blanco y emprenden el vuelo en soledad.
Mientras tanto, los pequeños deambulan por la ciudad. Es curioso verlos pasear. Pasitos sin rumbo, en plena soledad. Probablemente ni sepan que algún día, serán capaces de volar. Se creen valientes. Explorando esquinas, allá donde sus patitas les consiguen llevar. No lo son tanto, en realidad. Pues su madre no anda lejos, vigilando en las alturas y berreando a quien se acerca más de lo normal.
Las gaviotas vuelan sobre al mar, pero se aseguran de soltar a sus crías bien en el centro de la ciudad, alejados del agua que representa para ellos un peligro mortal. Supongo que como cualquier padre, saben muy bien hasta donde aflojar. Mientras, los pollos - como cualquier otro crío, se sienten independientes y listos para trinfar.
Nuestro favorito, habita en la calle de atrás. A medio camino entre Tantogården y el quiosco Thai. Ahí esta, recorriéndola de arriba a abajo, alimentándose de la bondad comunal, que le deja maíz y agua, para que tenga algo que masticar.
Supongo que así es podrías resumir tu vida, de una forma general: Wherever family's missing, someone will come. Take care of you, long enough until you learn to fly.
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