Estoy quemada, muy quemada.
Tres días en Cambridge (por trabajo) han sido suficientes para cargarse toda la energía positiva de la que Ibiza me había llenado. El transporte público es un desastre mayor que el Thalys, los hoteles en Cambridge son caros, pintorescamente señoriales e incómodos (no necesito un sofá, ni una mesa supletoria, ni un armario, ni un TV, pero agua abundante en el grifo estaría bien así como hueco para abrir mi minimaleta) y de la comida, mejor hablo aparte.
No me extraña que sean obesos, pero si sólo comen sandwiches grasientos y frituras? Nos sacaban alguna brocheta para comer, pero eran una broma de miniCombos de pollo resecos contados a 1 por persona. He revivido mis peores pesadillas de niña, cuando pasé dos semanas allí, muriendo del hambre con ese sandwich asco, las patatitas y la puta spring water.
Encima estoy enferma, porque ayer nos dejó tirados el tren hasta la 1AM en Ely, middle of nowhere, donde fuimos a cenar y isitar una impresionante catedral
El viaje de vuelta han sido 12h de drama. Empezando por el tren Cambridge-Kings X que se ha quedado parado durante media hora en la nada. Siguiendo por ese metromal que le cuesta MIL años llegar a Heathrow y acabando con una carrera hasta el bagage drop, culminada por la confusión que se crea cuando la puerta no aparece en pantalla hasta el mismo embarque. De ahí a un avión de SAS donde no quedaba nada comestible. Muerta del asco, haces cola y pillas un taxi. El cual se queda bloqueado en el tráfico de Estocolmo, un jueves a las 12PM? Sin sentido, pero cierto.
En fin. Son las 12:30, estoy en casa y acabo de zamparme la mejor cena del mundo, preparada amorosamente por él único que da sentido a todo esto. Mañana va a ser un día duro. La lluvia vuelve tras unos días de calor inusitado :( que me he perdido miserablemente.
God natt.
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