Nos pasamos los findes caminando por esta enorme ciudad.
Es bastante divertido, ver cómo una barrio evoluciona hasta convertirse en otro, cómo el lujo se convierte en chabacanería, al pasar de Aoyama a Roppongi, a través de Omotesando.
Lo mío nunca fueron los bares de putillas, así que mejor centrarnos en FrancFranc esa maravillosa tienda de decoración-diseño-accesorios que es un imán de gente en Aoyama Dori. Estos días, mientras caminaba a casa desde Shibuya, observaba ese enorme edificio, con café y unos peluches a través de las ventanas. Era extraño, que tuviera tanto público entre semana, a esas horas de la tarde.
Tras la visita de hoy, entiendo bien por qué. Tienen cosas preciosas, a precios razonables. La planta baja está repleta de accesorios de cocina y baño, menaje, así como peluches, humidificadores (algo MUY importante aquí, en el país del aire acondicionado) y hasta Voluspa, perfumes para la maison que me chiflan y nunca he llegado a comprar.
Doña Jirafa & Miss Pies Grandes.
Encima organizan un festival de Bossa Nova el finde próximo, así que ya tenemos plan!
Al continuar caminando por el barrio (alguien a quien la lluvia le arruinó un bolso, quería pasarse por la tienda a preguntar por alguna crema para intentarlo arreglar) nos hemos topado con un farmers' market muy cuco, donde probar muchas cosas y olvidarte de comprar. Lo malo de vivir en un barrio de ricos (sin serlo) es precisamente eso, que te conviertes en niño pegado al cristal de la tienda de caramelos, donde se puede mirar, pero no tocar.
Aquí un puesto de Curry de lo más original.
Aoyama es una zona muy artsy como demuestran las decoraciones en los variopintos edificios alineados a lo largo de la calle principal.
Pero todo tiene un final y el de Aoyama Dori es precisamente Shibuya, donde nos esperan a bunch of Gals rellenando papeles extraños en la meca adolescente del irasshaimaseeeee aka Shibuya 109.
Son bastante divertidas de observar. Maquillaje, pestañas postizas, uñas postizas, lentillas postizas, extensiones, tacones y todo lo demás. Eso sí, el efecto es completamente irreal. Son como muñecas andantes, dulces, impecables y kawaii a rabiar! Supongo que una occidental nunca resultaría algo similar.
Junto a ellas, una caja mágica de la que salían "nubes" de jabón, de diferentes formas, volando hacia el cielo, sin parar. Había formas de corazones, labios o viñetas como ésta, que mi limitado conocimiento de katakana no consigue descifrar.
27C y sol. No os engañéis por la gente, que se visten otoñales porque toca ya. Un día precioso, que se ha visto emborronado por una mala noticia que ninguno de los dos podíamos esperar. En fin, veremos cómo concluye, que no merece la pena lamentarse todavía.
Mañana contaremos cómo nos va.
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