Es Sábado, le toca trabajar. Me quedo dando vueltas al sentir que se levanta. Sigo durmiendo mientras se marcha a trabajar. Pero al abrir un ojo a las 9, veo que sigue a mi lado, en pijama, como si nada hubiera pasado dos horas atrás. Es muy tarde le alarmo. Se da la vuelta y sonríe, No sé cómo… Pero me he librado de pringar.
Como brilla el sol, salimos a pasear por la ciudad. Descubrir los rincones que en esa guía tan maravillosa como japonesa, conseguimos descifrar. Hay mucho que visitar, lugares inexplorados donde ni turistas ni locales parecen llegar. Sin restaurantes in, ni tiendas. Simples parques, edificios, por los que deambular y curiosear.
En cosas así, simples, está la felicidad. Quizás porque le tengo al lado. De un modo u otro, consigue llenarlo todo de una luz especial. El día termina en casa, con alguien trabajando desde antes de la hora de cenar. Al menos… Nos ha llegado el tiempo para aprovechar la luz solar.
No comments
Post a Comment