La Nochevieja en Aruba gira en torno a los fuegos artificiales. Ruido, fuego y color que los residentes lanzan desde su jardín o en la puerta de su negocio, a lo largo de todo el día. La pólvora espesa el ambiente y los papelillos rojos - rastro de las explosiones, cubren la ciudad. Es pintoresco, pero como te pille en la terraza de Starbucks, te arriesgas a llevarte un susto de muerte.
En torno a las 12, la cosa se pone peor. Gente borracha, encendiendo ristras de fuegos made in China por todas partes. Sea la puerta de un bar o en medio de la carretera. Parece tierra de nadie, pero por otro lado tiene su encanto, porque nunca has visto - ni probablemente verás - una demostración tal de pirotecnia de andar por casa. Los fuegos artificiales son sólo legales en torno a Año Nuevo, supongo que el Gobierno Holandés trata de prohibirlos pero es imposible matar la cultura local donde las explosiones están tan arraigadas, así que han llegado a un compromiso.
Despertar en Año Nuevo y pasear es como dar una vuelta por un pueblo fantasma, donde sólo quedan rastros de la noche anterior. A veces da un poco de miedo caminar entre las casas durante Nochevieja, ya que nunca sabes de dónde va salir el siguiente petardo, pero se trata de un espectáculo que merece la pena ver, al menos una vez.
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