Bonaire es paraíso sin explotar. La isla está rodeada de dive sites - literalmente una tras otra. El interior es una sucesión de desierto con lagunas salinas, en las que viven los pink flamingoes más cool de todo el Caribe, burros que están protegidos y cuidados en el Bonaire Donkey Sanctuary, mientras que el norte (aproximadamente el 20% de la isla) está ocupado por una reserva natural de casi 6000 hectáreas, que visitamos hoy.
Para hacer cualquier cosa en Bonaire, tienes que pagar una especie de impuesto ecológico (llamado nature fee). Lo primero que hacer al llegar a la isla es comprar esas etiquetas y colgártelas de las gafas de bucear porque te vas a pasar la estancia enseñándolas. No son demasiado caras (unos 25$ por persona, si buceas), así que mejor comprarlas y ahorrarte el mal trago con el ranger de turno.
El Washington Slagbaai National Park aloja a las especies nativas y endémicas de Bonaire. Loros, flamingos, iguanas y muchos otros pájaros y reptiles viven en la reserva. Las playas dentro del parque sirven de nido para las 4 especies de tortugas marinas que hay en el Caribe. Antiguamente, esta zona fértil fue explotada como plantación durante el período colonial, hasta que en 1969 se convirtió en la reserva que podemos visitar hoy.
El parque es enorme, así que tienes que explorarlo en coche. Abren a las 8AM y la conducción es lenta, así que si te decides a hacer la ruta larga, mejor madrugar para completarla antes de que cierren a las 17. Nosotros dimos la vuelta corta y aún así, nos dio tiempo de sobra a contemplar los contrastes entre la escarpada costa, los caminos secos y la parte con más jungla, donde los reptiles viven entre las sombras. Bonaire es una isla grande, así que para explorarla lo mejor es alquilar un 4x4 en el que puedas dejar las botellas de bucear, el kite (o windsurf) sin problemas. No es una buena idea (y no creo ni que esté permitido) entrar con un coche normal en esta reserva natural, porque las lluvias repentinas pueden convertir el camino en un barrizal y dejarte clavado en el medio de la nada.
El camino termina con las ruinas de los edificios del período colonial, que ponen un toque cultural a tanta naturaleza. Muy recomendable si vienes con algo más de tiempo, es parar a hacer algo de snorkel en Boca Slagbaai o Wayaka. Wayaka en particular es una playa muy bonita en la zona del noroeste, donde no hay corales, lo cual es mejor a la hora de nadar porque se reduce el riesgo de cortes con el fondo y a la hora de tomar el sol, siempre es más cómodo tumbarte sobre la arena que sobre las rocas.
Hay veces en las que la erosión crea formas en la costa que llevan a grandes "soplidos" de agua, poco después de romper una ola en la línea de costa escarpada. De ahí el nombre "supladó".
El contraste de colores es tan impresionante como los diferentes paisajes que encuentras en el parque.
Esta laguna fosforita #nofilter es la casa de nuestra amiga la iguana.
Un gran día.
...y una sorpresa en el camino de vuelta a casa.
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