Desayuno en nuestro balcón, sacando el bikini tras un año en el armario, casa recogida y sandalias abrochadas, todo pintaba bien hasta que he abierto el Facebook, para intentar organizar algo con mis amig@s durante el verano.
En ese justo momento, me he dado cuenta de lo lejos que estamos unos de otros, de lo poco que hablamos realmente, de lo complicado que es todo, de lo que les echo de menos y de lo inútil que soy para empezar de nuevo. Tres años aquí y todavía no hay nadie con quien quede asiduamente. Batacazo emocional... Seguido de un portazo, presenciado por el santo varón que desenfundaba el aspirador, esperando que el aire me aclarara las ideas.
Dos conjuntos de cuadros muy diferentes se esparcían por la sala. Unos, abstractos y oscuros eran complejos de entender y poco atractivos a mis ojos. Otros, exudaban una mezcla de colores, formas y estilos que recordaba a ese torbellino de pensamientos que no me deja descansar la mayoría de las noches - parecen hechos por una mujer, pensaba para mis adentros - así que, interesada en su autor, me he puesto a leer la cuartilla que yacía sobre la mesa.
Un tal Hakan los había pintado - qué raro... En fin, me falló el instinto. Y sorpresa! También vendían postales, con los motivos que, irónicamente más me habían gustado ;D Como no puedo permitirme un cuadro (ni tengo muro donde colgarlo) he decidido animar el día con unas postales.
Al dirigirme a la mujer que garabateaba en la silla, vigilando de cuando en cuando a los escasos visitantes, me ha contestado con otra pregunta.
- Te gustan mis postales?
Resulta que los cuadros femeninos, eran suyos. Resulta que el torbellino también azota en su mundo y que Randi, disfruta tanto como yo de observar a las personas, al abrirse y dejarles entrar. Una gran artista, una bella noruega y una persona encantadora que, al no tener suficiente suelto para darme el cambio, me ha rebajado las postales, regalándome casi la mitad de ellas.
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