Se me había olvidado la belleza del otoño. Lo agradables que pueden llegar a ser esos días en los que la tempertura desciende ligeramente, a lo largo de los cuales refresca, pero sin llegar a hacer frío de verdad. La luz cambia y lo ilumina todo de una manera especial. Aún así, puedes vestirte como una persona - en lugar de envolverte en interminables capas y rezar por no resbalar en la capa de hielo que a veces, llega a cubrir la ciudad.
Miras por la ventana. El sol baña los rascacielos de la ciudad. Es cierto, algún día llueve. Pero los días nublados andan bastante alejados de ser mayoría en la época pre-invernal. No hay depresión, ni cansancio anormal. Es un gran cambio, cuando lo comparas con el Noviembre en Estocolmo. Ese mes terrible al que te habías terminado por acostumbrar.
Da mucho que pensar. Acabamos de llegar. Es cierto que nuestra situación nipona es ligeramente irreal. Aún así, la experiencia te brinda la oportunidad de comparar y reflexionar acerca de lo que biológicamente, estás preparado para soportar, del punto hasta el que merece la pena aguantar. Quizás hayas nacido español y así te morirás. Quizás dos horas más de trabajo al día, sean mejor para tí que esa humedad que cala hasta los huesos. Por algo será, que no la echas tanto en falta, verdad?
2 comments
Verdad
:D
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