Cuando salimos a cenar, sólo tengo un requisito para el menú. Mis favoritos vienen en tríadas de sílabas サラダ & ワイン (sa·ra·da & wa·i·n).
ñaaaaammmmmm
...mmmmm!
Mientras unos arrasamos las hojitas, otros se centran en el "ibérico bellota"
Y los choricitos. Que son más comunes un Sábado por la noche, contra todo lo que piense la gente en el extranjero.
En Tokyo, lo normal es salir de Izakaya, que son bares de tapas en los que te pides un moriawase (合わせ) y te sacan una sucesión interminable de especialidades, sushi, sashimi, brochetas de pollo, tempuras y para terminar, un buen cuenco de ramen como el que vemos a continuación.
La cosa es TAN copiosa, que pedimos la cuenta cuando todavía nos quedaban unos cuantos platillos, el ramen y el postre. Supongo que es lo que tiene aventurarse en un restaurante con crítica excepcional, precios razonables y un camarero no bilingüe. Acabas a reventar de comida (eso sí, te pides tus ensaladas como si fueras natural de Aoyama) y esperas los platitos que van viniendo escalonadamente como si se tratara del día de Navidad o el final de Forrest Gump, donde nunca sabes lo que te va a tocar.
Pero en eso consiste la vida expat. Abrir la mente y estar preparado para aceptar lo que sea, con gratitud. De lo que te gusta, aprendes para repetir la próxima vez. De lo que no, también y lo evitas en la medida de lo posible. Sin dramas, sólo con mucha flexibilidad mental. Como rezaba Elvira Lindo en aquel artículo "Lección de Humanidad" que me envió mi mamá, demostrando una maestría con el escáner que pocos consiguen alcanzar.
Ando escribiendo la carta a los Reyes. Para enviarla cuanto antes, a ver si con esto de estar tan lejos, se lía en la aduana y no llega a tiempo de que me conviertan mis deseos en realidad. Será que soy muy buena, será que ellos me quieren de verdad. Pero el caso es que del 2011, no me puedo quejar. Cumplí 27 el 27 y se hicieron realidad muchos de mis sueños. Desposar al majico, mudarme a Tokyo y sentir que toda esa gente a la que tanto quiero me corresponden de verdad. Sumado a los rayos de sol que bañan mi vida actual, el tener la oportunidad de desfilar y esa fiesta de Hed Kandi con la que dí comienzo al verano, poco más me queda por desear. Que sigan así las cosas, muchos años más.
2 comments
Todo tiene una pinta estupenda, pero donde esté el ibérico de bellota...
En cuanto a la tarta del post anterior y el cucurucho de las últimas actualizaciones, prefiero no pronunciarme, mi mente diría que sólo un poquito para matar el gusanillo...pero el chocolate es mi perdición. Y yo soy de las que cuando hace una tarta y sobra, el desayuno es su principal destino, con el estómago vacío sabe a gloria.
Hombre, de bellota no sería, pero porque no vamos a sitios tan caros. Estoy segura de que tiene que haber bares de tapas donde sirvan género de primerísima calidad (aunque estén bastante lejos de lo que podemos pagar, la verdad).
Los dulces en esta ciudad son apabullantes. Juntas todas las franquicias americanas (baskin robbins, starbucks, dunkin donuts) con las asiáticas (crêpes varias, mister donut y tamagochiFritura) le pones una pizca de glamú europeo (godiva smoothies, lindt cakes y macarrons de pierre hermé) y no hay por donde cogerlo. Espero que la gente venga a vernos con hambre :p
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