Los cangrejos ermitaños, son un animal muy curioso. Tienen las pinzas y la cabeza cubierta por un exoesqueleto rígido, colmo la mayoría de los cangrejos. Pero el abdomen, lo llevan "al aire" por lo que se tienen que buscar una concha de algún caracol muerto con la que taparse.
En el mundo, hay unas 500 especies. La mayoría son acuáticos, pero también hay terrestres (en Australia, por ejemplo).
Qué dura es la vida del cangrejo ermitaño. No sólo tiene que andar con el abdomen está enroscado, para que le entre en la concha, sino que a medida que crece, tiene que cambiar de casa. Así que se dedica a inspeccionar detenidamente con sus pinzas las conchas vacías y cuando encuentra la adecuada, se muda rápidamente. Esto de encontrar una concha vacía es cuestión de vida o muerte, por lo que son frecuentes las luchas entre ellos cuando hay pocas disponibles. Vamos, que me recuerda a la búsqueda de apartamento en Estocolmo :)
En Sunset Beach, había muchos cangrejos ermitaños, con los que me pasé un buen rato jugando.
Había de todos los tamaños, cada uno en una concita diferente. Cuando los coges en la mano, se quedan dentro un buen rato. Hasta que salen y se desplazan todo lo rápido que pueden hasta el borde del abismo, desde el que saltan sin miedo a la arena.
Es muy curioso, el observar que los cangrejos más grandes son muy precavidos y se quedan dentro durante mucho más tiempo que los pequeños. Supongo que no les ha dado tiempo a aprender acerca de los depredadores que les rodean.
Una buena familia, de diferentes tamaños, en diferentes conchas.
Otro buscando un hueco al sol.
O dando vueltas por la arena.
No todos los cangrejos ermitaños viven en el mar. El cangrejo de los cocoteros es la única especie que llega a desarrollar su propia concha y que, en su etapa adulta, se ahoga en el mar. Este sorprendente animal vive en el Pacífico (de hecho en Ishigaki se supone que hay alguno, aunque abundan mucho más en las Gambier o la Isla de Navidad) y se alimenta de cocos, que pacientemente abre con una técnica única en el reino animal. Sube a los árboles, tira el coco a la superficie y usa sus pinzas hasta que consigue sacar la nutritiva pulpa del interior. En el Pacífico, donde no hay pequeños mamíferos autóctonos, esta especie ha tomado su lugar.
Aquí lo podéis ver, comiendo un coco.
Supongo que ellos andan buscando comida, un poco como nosotros, que de ahí, emprendimos la vuelta a casa bajo esta puesta de sol al pie de las montañas.
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