Byakko, no longer a baby.

Byakko sigue con nosotros, más grande cada día y de alguna forma, más asentado. Pese al stress continuo de vivir en Plaza Mitjana, el stress de mudarlo a un piso nuevo, el stress de tener visitas durante casi un mes, de fines de semana solo, de vacunas y cambios a cajitas futuristas veo que cada día está mejor, más hecho a nosotros y a la soledad que implica nuestra jornada laboral.

Aunque a veces la líe un poco (e.g. manchando unos pantalones blancos que estaban a punto de ser recogidos del tendedor o haciendo pose de pipí junto a mis pies) el tenerlo correteando de alegría al meter la llave en la cerradura, los lametazos antes de quedarse dormido y los ronros al despertar, terminan por compensar. Hasta cuidó de Enrique, que andaba destrozado cuando fuimos eliminados del Mundial. En el fondo y en la forma, es un gatito genial.