Durante mi primer viaje a Singapore, sólo tuve la oportunidad de observar los Gardens by the Bay desde arriba y en la distancia. Pese a la lluvia que nos tocó en este segundo viaje, conseguimos subir a los puentes colgantes que unen unos árboles con otros y permiten explorar los jardines desde un ángulo inusual. Los supertrees están cubiertos de unos cuadradillos donde crecen viñas y orquídeas. Recubiertos de tecnología que imita las funciones de un árbol, como placas para capturar la energía del sol o la posibilidad de recolectar de agua de la lluvia que se usa para regar el resto de los jardines y en las fuentes, exactamente igual que un árbol absorbe agua de la lluvia para crecer. Adulto o niño, se trata de un paseo agradable por una naturaleza futurística que trata de convertirse en un icono de Singapore.
Hay varios invernaderos que visitar, pero tras lo escocidos que nos quedamos con el zoo (en mi opinión no merece la pena ni el dinero ni el tiempo que inviertes para ver cuatro cosas, con suerte) decidimos pasar el día al aire, en lugar de metidos en atracciones de pago que se llevan mucho en la isla.
Que pequeña se me ve...
Continuando el paseo, llegamos al Satay by the Bay, que ofrece un lunch junto el mar a precios populares.
Así como unas fuentes de la lluvia, para los más pequeños de la casa.
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