En Granada uno camina mucho. Cosa que naturalmente, genera hambre y trae a la mente el dicho de que el tapeo en Granada es único, porque con cada copa "te regalan una tapa".
Esto no falta a la verdad, pero oculta el hecho de que pagas por un vino bastante más de lo normal y pierdes la libertad a la hora de elegir lo que comes (algo que complica las cosas cuando eres un poco especial - si no comes fritos, como yo). Nosotros seguimos las indicaciones del hotel y la verdad que empezamos bien, con La Platea, que nos gustó bastante. Después terminamos en un sitio de pescado (léase pescaito) que no era muy adecuado para mí y terminamos con un sushi ligeramente overpriced. No fue una experiencia culinaria demasiado memorable, probablemente por faltarnos ese amigo de Granada que sabe por dónde llevarte - esto es una indirecta a todos los locales que conozco.
Aún así, tiene su gracia lo de ir de un lado a otro probando diferentes cosas - quizás un plan más apetecible en Otoño o Primavera que en Enero.
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