Sus primeros 27 y su segundo cumple al frío.
A Enrique nunca le gustó especialmente el día de su cumpleaños. Siempre tocaba estudiar o examen, hacía frío desde el día en que nació y lo más especial del día consistía en echar una cerveza con amigos, al caer la noche. Un pequeño detalle que entonces, rompía con la rutina del estudio, pero no era mucho más especial. Un pequeño detalle que ahora, se convierte en lo único que no puede tener cerca: A sus amigos de toda la vida.
Pero ellos se encargaron de devolverle la sonrisa, aunque fuera algo tarde, más vale así... Que nunca. Porque hasta yo me emocioné o mejor dicho, descojoné, con esas transparencias que aterrizaron en su inbox, llenas de chistes internos, de guiños al pasado y de todo ese calor que aquí falta.
Se durmió sonriente, misión cumplida. Una familia que te felicita, una novia que te acompaña bajo la nevada y una fondue - he likes cheese better than nothing in this world... - con la que deleitarte al terminar el día. No hubo tarta though, sólo esa kladdkaka que semanalmente cocina y se guarda para el desayuno... Porque la única excusa para la tarta nocturna es, como todos sabéis, una celebración de cumpleaños por todo lo alto.
Nostalgia, pero también ganas de aprovechar lo que tenemos por delante, de esquiar este finde y celebrarlo a nuestra manera. Lamentarse nunca llevó a nada bueno, verdad?
Sin embargo, a todos nos gusta volver la vista atrás. Supongo que para los expats, la manía termina por convertirse en el mal vicio de abrir fotos antiguas y pensar en que cualquier tiempo pasado fue mejor. En algo así me ha sumergido Dani, pues se ha pasado la última semana subiendo fotos antiguas al faceBú.
Christian y yo @COOL.
Verano del 2004. Ése en el que nos hicimos íntimos. Cuando abrieron COOL. Cuando entré en su grupo. Cuando me encontré. Cuando empecé a encajar. Cuando conocí a Pablo, Alvarito, Sonia, Virgi, a Calle, a Christian, a Gasca... A toda la troupe. Cuando empezamos a salir en manada y a posar sin parar. Años de semanas cortas, de noches muy largas, de estilismos, de risas, de zorreos, de cotilleos, de esperas en la calle, de amores, de corazones rotos y de, por encima de todo, combatir unidos los dramas varios del mundo.
6 años que parecen una vida. 6 años que me permiten hacerme una idea de cómo se puede sentir el pobre Enrique, que lleva desde los 3 con el mismo grupo inseparable.
No importa cuanto quieras a alguien, ni el grado de complicidad entre vosotros, ni el saber que como con él, con nadie... No hay relación que pueda - ni deba - reemplazar a la amistad verdadera, ésa que sólo se alcanza con unos pocos, ésa que convierte a personas que, no tenían nada que ver contigo, en indispensables, en tus hermanas. Da igual que pase el tiempo, da igual que haya meses en los que casi no sepáis los unos de los otros, es cuestión de juntaos y, en segundos, recuperar todos esos años perdidos.
No habrá nada ni nadie que reemplace esa sensación de estar todos juntos, como solíamos. Y honestamente, si en algo le envidio, es en experimentarla mucho más a menudo - nuestro nivel de distribución geográfico-temporal es tristemente incomparable :( - pero bueno, precisamente por eso, he aprendido a valorar nuestras reuniones de hermanas como el tesoro que son.
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¡Felicidades a Enrique!
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