Si París era el sueño de su infancia, Vienna dio a luz casi todas sus pasiones - la música Clásica, los Strauss, el violoncello y el chocolate negrísimo que dominan en el Sacher Hotel - y Praha, aunque ande bastante atestada de turistas, sigue conservando el encanto judío, de calles estrechas y pequeños rincones que tanto le gusta.
Diez días. Madre e hija. Centroeuropa.
Cuando ví Carmen - en pie - hace tres años la llamé con lágrimas en los ojos, soñando con que algún día la llevaría allí. A ver doradismos, acompañar chocolate con buen vino, escuchar clásica, visitar los streetmarkets, disfrutar del ambiente relajado y tremendamente cultural que se respira a la vuelta de cada esquina.
Albertina, Ópera, Strandbar, Ciudad de la ONU, Priztig - o como se escriba, Hunderwasser, Ring... Allá VAMOS!
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