* Still, I cannot express how I feel. Shocked, happy, full. I got so much love, so many honest words, greetings and long-distance warmth that almost made me cry. Let me recover and I´ll come back to that.
Desde pequeñita, estuve fascinada por Asia. Quería ir a Japón. Empecé a comer sushi. Veía Bleach e intentaba aprender vocablos en la recién nacida web. Un día fuí a cenar al chinoDelBarrio. Dios, qué mal me sentó. Tras una noche vomitando licor y cerdo agridulce llegué a una conclusión sencillamente tajante: China no es Japón.
Los años pasaron. Los chinitos abrían sus tiendas de polyester y plásticos varios, empezaban a tomar control de los bares de agüelos y nos vendía Vodka a cualquier hora de la noche.
Los años pasaron. Me hice inmigrante, para molar más. Conviví con gente de Singapore. Me hechizaron con delfines rosados y playas interminables en las que nunca se acaba el sol. Conocí a Jenki, que era supercool y de Korea del Sur. Luego vino la amable voz de Hong Kong. Todo se calmó, hasta que años después, topé con la Thai que limpia nuestra oficina.
En Suecia todos van a Thailandia en Febrero. Nosotros fuimos también. Aunque me robaron dio igual, pues llevo a la nación en mi corazón como si de mi tercera patria se tratara. Por suerte, aparecieron más chinos en mi vida. Chinos inteligentes, chinos de China, chinos que, in situ, me demostraron que por alguna extraña razón, sólo vemos la versión cutre de lo que su cultura representa. Chinos que, a veces me dan miedo. Pues desde aquella portada del Economist Navideño(2007) sabía que se nos tragarían.
Fanfarrias apocalípticas.
A veces me compro el Vogue Nippon. Me gusta, con su alegre maquetación y sus ilustraciones nórdicas. Otras veces, bajo al Akki a por un poco de IkaNori o al recientemente descubierto ESA, a por algo de Kimchi, que pica más. Ahí queda, mi día a día asiático.
Hay quedaba. Hasta hoy. Que me he topado con la muralla de nuevo. Una más complicada de escalar. La del racismo, descubierto en mi propio comportamiento. La del rechazo a la cultura diferente e incapacidad de adaptación. Me avergüenzo de mí misma, pues la actitud más vil no es la violencia xenófobo-fascista - que al final, se reduce a cuatro mulos sin argumentos de peso - sino en la ausencia de motivación para tratar de entender lo ajeno y actuar consecuentemente. Sin perder la cultura propia, pero imitando las maneras ajenas; se trata de no ofender a nadie, de conseguir comunicarse y conseguir llegar a ese ente extraño.
En Korea uno no se sirve bebida a sí mismo - siempre se encarga la persona de al lado - en Suecia no pedimos vino con la comida - gran tabú en la business arena - en China enseñan a escuchar, a reflexionar y a preguntar primero. Intuyo que se castiga la iniciativa y por lo tanto, de nada se puede culpar a quien actúa prudentemente. Así que, con 26 recién estrenados, me he pasado la tarde intentando explicar lo inexplicable. En un acto de arrepentimiento, de penitencia en mi propia falta. Mea culpa - ni yoga ni correr - esperemos que sirva de algo, porque yo… Ya me he perdonado.
3 comments
Qué te ha pasado? Cuéntanos! Un beso cielo.
Simplememte, que observándome a mí misma he descubierto rasgos xenófobos que me hicieron sentir especialmente mal. Tanto que predico por la integración, por ser 'la morena' en este país, cuando me toca currr de verdad con alguien diferente, lo rechazo en primera instancia. Pero bueno, todos cometemos errores y lo importante es reconocerlos e intentar arreglarlos como sea posible. La enmienda me costó la tarde de ayer. Por mucho que me fascine el Este, no es tan fácil de aguantar el exotismo cuando convives con él en un entorno laboral.
Pues sí, es que es difícil, por supuesto. No te auto-castigues, lo bueno es que te has dado cuenta; no todo el mundo lo hace. Un beso y ánimo!
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