Llevo dos días llorando cual Magdalena. Está claro, que soy feliz en Estocolmo, que adoro mi barrio, mi casa, mi trabajo y a todos los amigosFamilia que tengo aquí. Hay pocas razones para marcharse, aunque la principal sea innegable: sólo nos arrepentimos de lo que no intentamos.
Así que, en lugar de seguir lloriqueando, me centraré en todo lo que abandoné hace 5 años. Mis amigos y mi familia siempre estarán allí para mí. En la lejanía y cuando sea que nos veamos, el caso es mantenernos unidos en la distancia. La familia ampliada con los miembros suecos, atravesará por una etapa similar. Pero a diferencia de la primera, nos volveremos a reunir antes de que podáis parpadear.
Sólo queda dar las gracias, por hacer de nuestra vida aquí... Algo que añorar.
...y de los auténticos loosers nos quedamos sin imagen, que no las tengo pasadas al iPad.
No comments
Post a Comment