Rosas en Yoyogi (代々木), el parque de Harajuku (原宿)
La temporada de lluvias está a punto de empezar así que, mientras me preparo mentalmente para este par de meses durante los que no va a dejar de diluviar, divulgo un poco de la belleza que nos rodea en la ciudad.
Supongo que la primera vez que oí hablar de japanese roses fue al intentar decidir qué body butter de Korres me quería llevar de souvenir tras las vacaciones en Grecia. Evidentemente, no me imaginaba que su popularidad no es mito, sino más bien resulta de que inundan la ciudad: Parques, balcones, maceteros y hasta la entrada de la sala de fiestas en los bajos de nuestro edificio. Plagados de este rojo aterciopelado.
La belleza en Japón, alcanza otra dimensión. Los peluqueros son los más avanzados del mundo y los nail artist dejan atrás esas uñas de comme des garcons. Hoy, mientras me hacían la pedicura he continuado mi investigación social acerca de cánones estéticos y lo que anhelan las mujeres, a través de Classy.
Un vistazo a Glamour o Vogue España revela que las mujeres, por encima de todo, quieren ser un ente con poderío sexual (muy marcado en la imagery Italiana), económico y profesional.
Mientras que en Japón, la estética gira mucho más en torno a una adulta aniñadamente refinada, muy classy, casada con alguien exitoso, con (una carrera) y una familia envidiables. Se viste con lujo atemporal y atiende a charity events. Desde los vídeos de la Yamanote hasta las adultas con peluches colgando del móvil, me pregunto lo mismo que me preguntaba en China - hasta cuándo?
Porque esas japonesas que hace años se contentaban con quedarse en casa, empiezan a querer una carrera que perdure más allá del matrimonio. Si bien llevará tiempo, estoy segura de que sacarán el tigre que hay en ellas y atacarán. Ser un objeto sexual no es maravilloso, pero peor aún es verte reducida a un gato de porcelana que se ocupa de la casa y la familia, cuando esa no es tu elección… Sino una imposición social.
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