Gangnam backstreets
Siempre me llamó la atención mucho eso de que los Japoneses usaran la palabra heya「部屋」que traducen al inglés como room para referirse a su casa. Supongo que nuestra residencia en Japón era, a juzgar por las reacciones de admiración que causaba, algo muy alejado de nuestro poder adquisitivo real como asalariados de una multinacional.
Creo firmemente en el karma y en que nuestro alojamiento en Korea es el payback por los años en Japón, la suerte que tuvimos con nuestro piso de Estocolmo y mis quejas (que son cada vez menos, gracias a mis amigos y mi escuela de baile) acerca de la vida en Málaga. Una muestra de lo que es la realidad de la mayor parte de la sociedad en megacities como Tokyo o Seoul, que recuerda a ese 2008 en el que Enrique se mudó a Estocolmo y convivíamos en mis 18m2 de habitación+baño.
Bienvenidos a nuestro humilde hogar en Urban Place, Gangnam!!! Una habitación con servicio de 23.5m2 en la que el espacio no sobra, pero mágicamente es posible tenerlo todo bastante ordenado. La habilidad de aprovechar el espacio que tienen los Koreanos dejan en bragas al IKEA.
Nada más entrar en la habitación, hay un escalón que invita a descalzarse y cambiar a slippers. A la izquierda queda el armario, empotrado en el muro, que con sus mil baldas y espacios dedicados consigue mantener ordenado nuestros zapatos, paraguas, trajes y ropas para los próximos 2 meses. También hay una caja fuerte, un hueco para el hervidor y alguna puerta que nos sobra y aprovechamos de despensa. Frente al armario, pero en el lado derecho queda el baño, que sin ser enorme está bien planificado y cumple su función a la perfección.
Los que me conocéis sabéis que llevo una dieta un poco rara. Tengo un intestino bastante delicado. Me encuentro mejor cuando como principalmente cosas crudas – no recomiendo a nadie que siga mis pasos, pero yo me encuentro bien así – lo cual se complica cuando tu nevera es tamaño mini-bar: Cabe lo que veis en la imagen. Un cuarto de sandía (que tomo para desayunar), una lechuga, la botella de vino, alguna cerveza y poco más. El resto (tomates, huevos, manzanas, aguacates, setas…) lo guardamos en el armario mencionado anteriormente. El problema reside en que la capacidad de refrigerado es inversamente proporcional a la frecuencia de visitas al supermercado, con lo que termino yendo a comprar todos los días. Entre el bus, los semáforos en una avenida de 10 carriles y las compras, termino llegando a casa pasadas las 20 sin haber hecho otra cosa que levantarme, ir/volver del trabajo y comprar.
Una vida muy asian...
Terminamos los dos a la parisién, uno cenando y la otra berreando en inglés, hasta las 22:30. Menos mal que trabajamos en la misma empresa o esto violaría el código de conducta completamente-
Supongo que fue la sucesión de eventos. El caso es que me agobié y empecé a dudar de que todo esto fuera una buena idea. Lo bueno es que a lo largo de los años y los cambios, he desarrollado la capacidad de abstraerme, de observar la situación en tercera persona, casi a la vez que la estoy viviendo. Esto me permite analizar mis reacciones y racionalizarlas. Ayer por ejemplo, me di cuenta de que esto no sólo es normal, sino que ya lo he vivido. Mudarte a un país asiático es un shock, especialmente cuando eres incapaz de leer nada otra vez ya que los kanjis que aprendiste en Japón, pese a ser sorprendentemente útiles en China-Taiwan, no te sirven de nada en Korea, reino del Hangeul.
Todo esto no es fácil, pero tiene un lado muy positivo, el de replantearte muchas cosas. Este tipo de oportunidades no se repiten, así que tras el bache de ayer, he decidido seguir luchando. Canalizar mis dramas en ironía y enfrentarme a este entorno loco, al lenguaje y a la nevera de la señorita Pepis. Sólo espero que Enrique no tenga que trabajar este fin de semana - ahora mismo está asignado a un turno nocturno :S - y podamos aprovechar el tiempo libre, ya que el día a día no da para mucho más.
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