Alguien me dijo una vez que cuando estoy contenta, no escribo cosas interesantes.
Probablemente sea cierto, probablemente la felicidad sobria conlleve bastante menos creatividad literaria que los tormentos. Yo no vivo de escribir así que, sonreiré mientras la alegría dure. Porque hacía mucho que no me encontraba tan bien, porque es genial sentirme con ánimos para salir a la calle, a arriesgar mi integridad física y pasear por calles heladas, entre árboles y mercados, junto a suecos julstressados que empapan sus penas en glögg.
Envolver regalos, con extremo cuidado. Colgar estrellas de purpurina y mariposas de cintas doradas y plateadas que sujetan ese papel negro, tan liso y brillante. Porque cuando la Navidad empezaba a perder el sentido, me largué. Y lo recuperó de golpe.
Por mucho que suene a campaña de "El Almendro", no puedo evitar pasarme las últimas semanas antes de que el avión despegue con la mente allí. En mis herman@s, en mis primos, en mi mamá. No es lo mismo pasear sobre la nieve con ella - no, no ha venido... Pero el caminar con el manos libres, envuelta en mil capas, conlleva la ilusión de que ella camina a mi lado... En lugar de hablarme a miles de km de distancia... - que disfrutarla vis á vis, como espero poder hacer pronto...
Sólo faltan tres días, para verlos a todos. Para deshacer esos paquetes en los que he invertido tanto esmero. Pare empezar a echar de menos nuestra particular julmys, nuestro palacio blanco, nuestros paseos, nuestras rutinas, nuestros guiños y el silencio cómplice... Que sólo existe a tu lado. Como el de la nieve. No es incómodo, sino relajante. No amenaza, sino que te envuelve en un aura calma, en la que soñarías con detener el tiempo, para no dejar de flotar jamás.
1 comment
llevaba mucho sin ver una foto que expresase tanto
felíz navidad ;)
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