Hace una semana, vaticinaba un oasis de socialización junto a todos los que tanto echo en falta. Esas personas que llevo en el corazón allá donde voy, cuyo cariño no caduca y las risas que echamos juntos no tienen final. Si algo os agradezco es el hacerme un hueco en vuestra ajetreada vida para que pudiéramos quedar. Porque esos momentos son lo que me llevo de España, la alegría para seguir adelante y principal razón de emplear un tercio de mis vacaciones en mi homeland.
En la distancia, llegan noticias. Pero la ansiedad socializada es imposible de comunicar. Porque quien no lo pasa mal, tiene alguien cerca, que está sufriendo de verdad. En este país donde el criticar está tan generalizado como el mutuo apoyo incondicional (a familia, amigos y demás), la gente se contagia fácilmente, "pone su barba a remojar".
Lo mío no es la política, pero me duele vivir escenas de rechazo social. Como inmigrante, no me gustaría ser discriminada ni criticada en un idioma que no comprendo, por gente que me mira mal, mientras vuelvo a casa tras dar lo mejor en mi jornada laboral. Los períodos de crisis son caldo de Fascismo (nazionalsocialism anyone?) y su prolongación temporal resulta en Guerra Mundial. Quizás sea hora de desempolvar los libros de historia y tratar de no caer en los errores pasados.
En España, gusta mucho criticar. Este Gobierno, los Alemanes y el Funcionariado, que no hace más que robar. Pero recordad que problemas (así como gilipollas de marca mayor) hay en todas partes. Fukushima resultó ser un error humano, resultado de una toma de decisiones ERRÓNEA por parte de los mandatarios. El ciudadano de a pie puede cambiar las cosas, tomando pequeñas decisiones como consumir producto Nacional, votando y manifestándose cuando lo crea necesario.
Creo que la gente debería empezar a apagar la tele, dejar de contar puntos y centrarse en sonreír cada día.
Hacer como Nati, preparar torta, empanadón y croquetas pa' fiestas y pasar un verano en el Pueblo, con todos los demás. O aplicar la filosofía Enrique. Tratar de aceptar esta Crisis Sistémica Global como si de un tsunami se tratara. Se avecina sin avisar, tiene fuerza incontrolablemente destructiva, contra la que poco puedes hacer. De nada sirve hablar. Pasará. Y tras él, lo más importante es que esas personas que hacen de tu vida algo especial, sigan cerca. Que haya momentos grandes y pequeños que pasar juntos, en los que no hacer nada especial dé la magia a ese día que está a punto de acabar.
Creo que la gente debería empezar a apagar la tele, dejar de contar puntos y centrarse en sonreír cada día.
Hacer como Nati, preparar torta, empanadón y croquetas pa' fiestas y pasar un verano en el Pueblo, con todos los demás. O aplicar la filosofía Enrique. Tratar de aceptar esta Crisis Sistémica Global como si de un tsunami se tratara. Se avecina sin avisar, tiene fuerza incontrolablemente destructiva, contra la que poco puedes hacer. De nada sirve hablar. Pasará. Y tras él, lo más importante es que esas personas que hacen de tu vida algo especial, sigan cerca. Que haya momentos grandes y pequeños que pasar juntos, en los que no hacer nada especial dé la magia a ese día que está a punto de acabar.
Todo es pasajero, aprovecha lo más insignificante. Esos snapshots son lo mejor, su recuerdo es algo que ninguna crisis te puede arrebatar.
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