Será que estoy a punto de cumplir 30, pero este mes de Septiembre me lo he pasado bastante melancólica - hasta siendo yo, que ya es decir.
Reflexionando, recordando. Leyendo esos ojos que brillaban con mucha ilusión, retratados en fotos del pasado, tratando de encontrar la clave de lo que se escondía detrás. Puede que sólo hayan pasado tres años, desde ese fin de semana que hizo muchos sueños realidad, pero pesan como un milenio. Especialmente al dar un paso atrás, pararte a pensar y ser un poco más consciente del impacto que han tenido todas estas experiencias, en nuestra percepción lo que es el futuro, la vida, los sueños y la realidad.
A raíz de vivir en España, me he dado cuenta de lo que la gente frivoliza aquello de ser un expat. Eufemismo como una catedral. Un nombre con glamour que se le ocurrió a alguien, para lavarle la cara a lo de ser un inmigrante, igual que esos que vienen de África, del otro lado del Atlántico o del Este, que tanto desprecian muchos en esta sociedad. Es evidente, que una experiencia internacional (o varias) lo suficientemente larga, te cambia. Te hace más flexible, más abierto, más paciente. Te desconecta de estereotipos. Te permite, conocerte a tí mismo sin las presiones y expectativas de tu entorno social de toda la vida.
Desgraciadamente, hay quien pasa tres (o seis) meses en un sitio (a gastos pagados, cortesía de los papás o dos horas de vuelo de su casa) y habla de vivir a caballo entre aquí y allá. Cosa que me resulta particularmente insultante. Porque con todos mis respetos, no tienen ni puñetera idea. De lo que es ser el extraño que trata de encajar, de que tus modales sean insuficientes, de ir al médico y que no hablen inglés, de que se cachondeen y te desprecien de primeras, porque todo son vagos en tu país natal.
Nunca saben, ni entenderán, las dos caras de esta moneda. Hasta que punto te puede llegar a fortalecer (o a destrozar). Hasta qué punto, te puede llegar a cambiar. Hasta qué punto la soledad, puede convertirse en un lastre demasiado pesado, que ni junto a tu pareja eres capaz de acarrear.
He tratado de contar muchas historias. Simplemente, para difundir. Todo es relativo. Nada es perfecto. Y en el mundo expat especialmente, no es oro todo lo que reluce. Queda bastante claro al leer acerca de mi vida como salaryman, de cómo encajar, de las cosas que nunca llegué a tragar. Quizás entonces, no era completamente consciente. Pero mirando atrás, se me hace un nudo en el estómago al ver cómo cada golpe te moldea y crea tensiones nuevas que de haberte quedado en casa, probablemente nunca hubieras tenido que afrontar.
Arrepentimiento ninguno. Tan sólo es momento de meditar. De tratar de encontrar algo de fuerza. Y seguir adelante. Somos terribles estimando aquello que nos hace felices. Así que quizás sea mejor, pensar menos en el futuro, en los ifs... and buts... y tratar de vivir el presente, de dejarnos llevar, un poco más.
Sé que saldré de ésta, con tu ayuda. Que terminaré adaptándome a esto de vivir en un capítulo de Los Morancos, junto al Mar.
Hoy es día de brindar, por éste y mil años más.
Hoy es día de brindar, por éste y mil años más.
2 comments
Enhorabuena por vuestro aniversario!
Qué foto más bonita :)
Sólo por curiosidad, queréis tener niños?
Besos de una fan de tu blog y a disfrutar de vuestro día.
Gracias!!! Pues la verdad, yo tengo un instinto maternal bastante poco desarrollado. Pero igual que con lo de "vivir en España" nunca puede uno decir "de este agua no beberé". Al menos de momento, no me vais a ver embarazada ;)
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